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El periodo de incubación de la infección es de 10 a 20 días. A continuación ocurre la fase primaria, caracterizada por un síndrome similar a influenza, con malestar general, fiebre y aparición de un exantema maculopapular pruriginoso en el tronco, que se torna vesicular y después forma costras. Las embarazadas son susceptibles a la aparición de neumonía por VZV, con frecuencia una infección fulminante que requiere asistencia respiratoria. Después de la infección primaria, el virus se vuelve latente y asciende a los ganglios de las raíces dorsales. Es posible la reactivación subsiguiente en la forma de herpes zóster, muchas veces bajo circunstancias de mala respuesta inmunitaria, aunque esto es poco frecuente durante el embarazo.
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Se han documentado dos tipos de infección fetal. La primera corresponde a un síndrome congénito de VZV que suele aparecer en 0.4% a 2% de los fetos expuestos a la infección primaria por VZV durante el primer trimestre e incluye anomalías de extremidades y dedos, microftalmía y microcefalia.
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La infección durante el segundo y tercer trimestres es menos grave. La IgG materna cruza la placenta y protege al feto. Los únicos lactantes en riesgo de infección grave son los nacidos después de la viremia materna, pero antes de la aparición de anticuerpos de protección. La infección materna que se manifiesta cinco días antes o hasta dos días después del parto constituye un periodo determinado en forma arbitraria para el máximo peligro de transmisión al feto.
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B. Datos de laboratorio
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Por lo regular, el diagnóstico se establece por clínica. La verificación por laboratorio de una infección reciente se realiza por enzimoinmunoanálisis de adsorción (ELISA, enzyme-linked immunosorbent assay), anticuerpos fluorescentes e inhibición de la hemoaglutinación. El líquido vesicular se puede enviar para el análisis cualitativo de la reacción en cadena de la polimerasa de varicela.