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Los cálculos biliares son más frecuentes en mujeres y su incidencia aumenta con la edad en ambos sexos y en todas las razas. En Estados Unidos, la prevalencia de cálculos biliares es de 8.6% en mujeres y 5.5% en varones, con las tasas más altas en personas > 60 años y tasas mayores en descendientes de mexicanos que en caucásicos que no son de origen latinoamericano e individuos de raza negra; los cálculos biliares se relacionan con aumento de la mortalidad general, cardiovascular y por cáncer. Aunque los cálculos biliares de colesterol son menos frecuentes en personas de raza negra, en más de una tercera parte de los individuos con drepanocitosis hay colelitiasis atribuible a hemólisis. Los indígenas de los hemisferios norte y sur tienen tasas más altas de colelitiasis de colesterol, tal vez por una predisposición derivada de genes “cambiantes” (LITH) que estimula el aprovechamiento eficaz de calorías y el depósito de grasas. Hasta 75% de las mujeres pima y otras mujeres indígenas estadounidenses > 25 años de edad tienen colelitiasis. Se han identificado otras mutaciones genéticas que predisponen a las personas a cálculos biliares. La obesidad es un factor de riesgo de cálculos biliares, en especial en mujeres. La pérdida rápida de peso, como se observa después de intervención bariátrica, también aumenta el riesgo de formación de cálculos biliares sintomáticos. La diabetes mellitus, intolerancia a la glucosa y resistencia a la insulina son factores de riesgo para cálculos biliares y un consumo alto de carbohidratos, así como una carga glucémica alimentaria alta aumentan el riesgo de colecistectomía en las mujeres. Es probable que la hipertrigliceridemia favorezca la formación de cálculos biliares porque altera la motilidad vesicular. La prevalencia de enfermedad de la vesícula biliar aumenta en varones (pero no en mujeres) con cirrosis e infección por el virus de hepatitis C. Además, se ha reportado que la colecistectomía se acompaña de un mayor riesgo de NAFLD y de cirrosis, tal vez porque los cálculos vesiculares y la hepatopatía tienen algunos factores de riesgo en común.
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La incidencia de cálculos biliares es alta en personas con enfermedad de Crohn; alrededor de un tercio de quienes tienen enfermedad inflamatoria del íleon terminal forma cálculos biliares cuando se altera la resorción de sales biliares, lo que ocasiona disminución de la solubilidad de la bilis. Los fármacos como clofibrato, octreótido y ceftriaxona pueden inducir la formación de cálculos biliares. El ayuno prolongado (más de cinco a 10 días) puede dar lugar a la formación de “lodo” biliar (microlitiasis), que por lo regular se resuelve cuando se reanuda la alimentación, pero puede originar cálculos o síntomas biliares. El embarazo, en particular en mujeres obesas y en aquellas con resistencia a la insulina, se asocia con incremento en el riesgo de cálculos biliares y de enfermedad sintomática de la vesícula biliar. En apariencia, el tratamiento de sustitución hormonal aumenta el riesgo de enfermedad de la vesícula biliar y la necesidad de colecistectomía; el riesgo es más bajo con el tratamiento transdérmico que con el oral. Se ha reportado que la detección de cálculos biliares en la población general se asocia con incremento en el riesgo de cánceres en el hemicolon derecho. Una dieta con bajo contenido de carbohidratos, la dieta mediterránea, la actividad física un buen estado físico y cardiorrespiratorio pueden ayudar a prevenir los cálculos biliares. Al parecer, el café protege contra los cálculos biliares en mujeres y el consumo abundante de magnesio y de grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas disminuye el riesgo de cálculos biliares en varones. Una dieta con alto contenido de fibra, junto con frutas y verduras y el uso de estatinas, disminuye el riesgo de colecistectomía, en particular en mujeres. El ácido acetilsalicílico y otros fármacos antiinflamatorios no esteroideos pueden proteger contra los cálculos biliares.
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Los cálculos biliares se clasifican conforme a su composición química predominante en cálculos de colesterol o de bilirrubinato de calcio. Estos últimos componen menos de 20% de los cálculos biliares observados en pacientes en Estados Unidos o Europa, pero 30% a 40% de los cálculos biliares observados en pacientes en Japón.