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El síndrome de dolor regional complejo (denominado con anterioridad distrofia simpática refleja), es un trastorno poco común de las extremidades que se caracteriza por inestabilidad autónoma y vasomotora. Los síntomas y signos más notables son dolor difuso (localizado de manera característica en brazo o pierna), hinchazón de la extremidad afectada, alteraciones del color y la temperatura del miembro afectado, cambios distróficos de la piel subyacente y las uñas, y limitación del arco de movimiento. Como dato notable, las manifestaciones anteriores no se limitan a la distribución de un solo nervio periférico. En muchos casos existe el antecedente de traumatismo físico directo, a menudo de poca intensidad, en partes blandas, huesos o nervios. La movilización temprana luego de la lesión o la operación disminuye la posibilidad de que surja el síndrome. El trastorno puede afectar cualquier extremidad, pero ocurre más a menudo en la mano y se acompaña de restricción ipsolateral del movimiento del hombro (síndrome de hombro-mano). El síndrome discurre por varias fases: inicialmente aparecen dolor, hinchazón, cambios del color y temperatura de la piel y, si no se trata, la alteración evoluciona a la atrofia y la distrofia. La hinchazón en el síndrome es difusa (“mano de guante de catcher”) y no se circunscribe a las articulaciones. El dolor por lo común es tipo ardoroso, intenso y a menudo empeora de forma notable con estímulos mínimos, como el tacto leve. La variante de hombro-mano del trastorno complica algunas veces al infarto del miocardio o a lesiones del cuello o el hombro. El síndrome de dolor regional complejo puede aparecer después de una lesión de la rodilla o de cirugía artroscópica de la articulación. No hay síntomas generales. En las fases incipientes, la gammagrafía ósea tiene sensibilidad y revela mayor captación difusa del isótopo radiactivo en la extremidad afectada. Por último, las radiografías indican osteopenia generalizada intensa. En la variante postraumática, esto se conoce como atrofia de Sudeck. En algunos casos, las manifestaciones son bilaterales. Es importante diferenciar dicho síndrome de otros de dolor cervicobraquial, artritis reumatoide, obstrucción del estrecho torácico superior y esclerodermia, entre otros.
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El tratamiento temprano ofrece el mejor pronóstico de recuperación. En casos moderados pueden ser eficaces los NSAID (p. ej., 250 a 500 mg de naproxeno cada 12 h por VO). En casos más graves acompañados de edema puede ser eficaz la prednisona, 30 a 60 mg al día por dos semanas (la dosis se reduce de forma gradual en el curso de otras dos semanas). El tratamiento del dolor es importante y facilita la fisioterapia que interviene de manera decisiva en los intentos de restaurar la función. Puedes ser beneficiosos los antidepresivos (p. ej., nortriptilina en dosis inicial de 10 mg VO a la hora de acostarse que se aumenta de forma progresiva hasta llegar a 40 a 75 mg, también a la hora de acostarse) o los anticonvulsivos (p. ej., gabapentina a dosis de 300 mg cada 8 h por VO). ...