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El pericardio consiste de dos capas: la capa visceral interna, que está unida al epicardio y la capa parietal externa. Casi 50 mL de líquido seroso está presente en condiciones normales y proporciona lubricación entre estas dos capas. La reflexión pericárdica abarca el corazón y los grandes vasos. El pericardio estabiliza el corazón en su posición anatómica y reduce el contacto entre el corazón y las estructuras circundantes. Está compuesto de tejido fibroso y aunque permite cambios moderados en el tamaño del corazón, no se estira con suficiente rapidez para dar cabida a la rápida dilatación del corazón o a la acumulación de líquido sin incremento de la presión intrapericárdica (y, por tanto, intracardiaca).
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El pericardio a menudo se ve involucrado por un proceso patológico que afecta el corazón, pero también puede verse afectado por enfermedades de tejidos adyacentes y puede por sí mismo ser un sitio de enfermedad primaria.