La inflamación aguda del pericardio (de menos de dos semanas) puede tener un origen infeccioso o puede ser ocasionada por enfermedades sistémicas (síndromes autoinmunitarios, uremia), neoplasias, radiación, intoxicación medicamentosa, hemopericardio, después de cirugía cardiaca o por procesos inflamatorios contiguos en el miocardio o en el pulmón. En muchas de estas enfermedades, el proceso patológico afecta el pericardio y el miocardio. En general, la pericarditis representa 0.2% de las hospitalizaciones y casi 5% de los pacientes con dolor torácico no isquémico valorados en los servicios de urgencias. En el año 2015, la ESC propuso cuatro definiciones para la pericarditis y dilucidó los criterios diagnósticos para cada tipo (cuadro 10–11). Las infecciones virales (en especial infecciones por el virus coxsackie y virus ECHO, pero también los virus de la gripe, Epstein-Barr, varicela, hepatitis, parotiditis y VIH) son la causa más común de pericarditis aguda y probablemente causen muchos de los casos clasificados como idiopáticos. Los varones (por lo general menores de 50 años) son los afectados más a menudo. El diagnóstico diferencial requiere principalmente de exclusión de infarto miocárdico agudo. La pericarditis tuberculosa es poco frecuente en países desarrollados, pero es común en ciertas áreas del mundo. Es ocasionada por diseminación linfática o hematógena directa; la afección pulmonar puede estar ausente o ser menor, aunque es común su asociación con derrame pleural. La pericarditis bacteriana es igualmente poco común y por lo general es ocasionada por extensión directa de una infección pulmonar. Los neumococos pueden causar una infección pericárdica primaria. Borrelia burgdorferi, el microorganismo que ocasiona enfermedad de Lyme, puede ocasionar miopericarditis (y en ocasiones bloqueo cardiaco). La pericarditis urémica es una complicación poco común de la enfermedad renal crónica. La fisiopatología es incierta; ocurre con la uremia no tratada y pacientes en diálisis por lo demás estables. La diseminación del cáncer pulmonar adyacente, así como la invasión por cáncer mamario, adenocarcinoma renal, enfermedad de Hodgkin y linfomas son los procesos neoplásicos más comunes que afectan el pericardio y se han vuelto las causas más frecuentes de taponamiento pericárdico en muchos países. La pericarditis puede ocurrir dos a cinco días después del infarto por reacción inflamatoria a la necrosis miocárdica transmural (síndrome de Dressler, pericarditis después de infarto miocárdico o después de cardiotomía). La radiación puede iniciar un proceso fibrinoso y fibrótico en el pericardio, presentándose como pericarditis subaguda o constricción. La pericarditis por radiación por lo general ocurre después de tratamientos con más de 4 000 cGy suministrados que incluye más de 30% del corazón.
Otras causas de pericarditis incluyen colagenopatías, como lupus eritematoso sistémico y artritis reumatoide, pericarditis farmacoinducida (minoxidil, penicilinas, clozapina) y mixedema. Además, puede ocurrir pericarditis por lesión pericárdica por procedimientos cardiacos invasivos (como marcapasos cardiaco y perforación de desfibrilador y ablación intracardiaca, en especial ablación de fibrilación auricular) y la implantación de dispositivos intracardiacos (como dispositivos de oclusión de comunicación interauricular).
La pericarditis y miocarditis pueden coexistir en 20% a 30% de los pacientes. A menudo se sospecha miocarditis cuando hay elevación de troponina sérica, aunque no existen datos que sugieran que el incremento de troponina se asocia con mal pronóstico.