La nefropatía membranosa es la causa más frecuente de síndrome nefrótico primario en adultos, y por lo regular se manifiesta entre el quinto y el sexto decenios de la vida. Es una enfermedad mediada por mecanismos inmunitarios y se caracteriza por depósito de complejos inmunitarios en la zona subepitelial de la pared en los capilares glomerulares. En 70% a 80% de los pacientes, el antígeno en la forma primaria de la enfermedad al parecer es un receptor de fosfolipasa A2 (PLA2R, phospholipase A2 receptor) en el podocito. La enfermedad secundaria se asocia con infecciones, como hepatitis B y C, endocarditis y sífilis; con carcinomas subyacentes (algunos de estos casos pueden implicar una respuesta autoinmunitaria contra el dominio de trombospondina tipo 1 expresada por los podocitos que contiene 7A [THSD7A, thrombospondin type-1 domain-containing 7A]), enfermedades autoinmunitarias como SLE, colagenopatías mixtas y tiroiditis y ciertos fármacos como NSAID y captopril. La evolución del trastorno es variable y cerca de 50% de los enfermos evolucionará hasta llegar a ESRD, en un lapso de tres a 10 años. Los resultados más insatisfactorios se observan en caso de fibrosis tubulointersticial concomitante, género masculino, mayor nivel de creatinina sérica, hipertensión y proteinuria intensa (> 10 g/d).
Los pacientes con nefropatía membranosa y síndrome nefrótico se encuentran en mayor riesgo de presentar el estado de hipercoagulabilidad que las que tienen nefrosis de otras causas; en tales enfermos se advierte una predisposición particular a la trombosis de venas renales.