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INTRODUCCIÓN

La tuberculosis renal suele ser el resultado de una diseminación hematógena y es un trastorno que a menudo no se diagnostica con oportunidad. Se estima que hasta 20% de los pacientes con tuberculosis extrapulmonar tienen compromiso urogenital, del cual el riñón es el órgano afectado más a menudo. Clínicamente, la manifestación renal clásica de la tuberculosis es la presencia de piuria microscópica con un cultivo de orina estéril o “piuria estéril”. Más a menudo, otras bacterias también están presentes, y la hematuria microscópica puede coexistir. Los cultivos de orina son el método ideal para el diagnóstico; se deben realizar de tres a seis muestras de la primera mañana en la mitad del flujo para mejorar la sensibilidad. Aunque no suele ser necesario para confirmar el diagnóstico, la biopsia renal mostrará inflamación granulomatosa. La necrosis papilar y la cavitación del parénquima renal ocurren con menos frecuencia, al igual que las estenosis ureterales y las calcificaciones. Una farmacoterapia adecuada puede dar lugar a la resolución de la afección renal.

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