La paresia facial (fig. 24–1) casi siempre inicia de forma súbita, pero puede agravarse en el día siguiente. En muchos casos, el dolor alrededor del oído precede o acompaña a la debilidad, pero por lo regular dura sólo unos días. La cara se siente rígida y desviada hacia un lado. Es probable que haya restricción ipsolateral para cerrar el ojo y dificultad para comer y realizar movimientos faciales finos. Con frecuencia el paciente sufre alteración del gusto a causa de daño de la cuerda del tímpano; en ocasiones, hay hiperacusia como resultado de afección de las fibras dirigidas al estribo. En casos de infección por herpes zoster pueden observarse vesículas en el conducto auditivo externo.