Las necesidades dietéticos mínimos diarios para el yodo son de 150 mcg por día en adultos sin embarazo y 250 mcg por día para embarazadas o en periodo de lactancia. Para saber si el consumo de este elemento es suficiente, es posible valorar la excreción urinaria de yoduro, la cual debe ser >10 mcg/100 mL. La adición de yodo a la sal comercial ayuda a evitar la deficiencia de yodo. La sal yodada contiene cerca de 20 mg/kg de sal. Otras fuentes de yodo incluyen pan comercial, leche y mariscos. La administración de complementos de yodo en las regiones con deficiencia de éste reduce de manera considerable el surgimiento de bocio nuevo, pero aumenta la frecuencia de hipertiroidismo durante el primer año. Una de las regiones donde hubo deficiencia de yodo fue Pescopagano, Italia, donde 46% de los adultos padeció de bocio. Se observó hipertiroidismo (actual o antiguo) en 2.9%, el doble de lo observado en áreas con suficiente yodo, principalmente por bocio nodular tóxico. El hipertiroidismo era manifiesto en 0.2% y subclínico en 3.8%. La sal fue yodada (30 mg de potasio yodado por kg de sal) y estuvo disponible en 1985. Después de 15 años, la incidencia de bocio disminuyó a 23%. Sin embargo, la prevalencia de tiroiditis autoinmunitaria aumentó de 3.5% a 14.5% después de 15 años de utilizar yodo complementario.