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Las formas de transmisión del VIH son similares a las de la hepatitis B, en especial las formas sexual, parenteral y vertical. Si bien ciertas prácticas sexuales (p. ej., coito anal receptivo) suponen riesgo mucho mayor que otras (p. ej., sexo oral), es difícil cuantificar sus riesgos por contacto. La razón es que los estudios de transmisión sexual de la infección por VIH muestran que la mayoría de las personas en riesgo de esa infección sostiene prácticas sexuales diversas y tiene actividad con múltiples personas, de las cuales es posible que solo algunas tengan en verdad la infección por VIH. En consecuencia, es difícil establecer qué práctica (y qué persona) produjo la infección por VIH.
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Los mejores cálculos disponibles señalan los siguientes riesgos de transmisión de VIH: coito anal receptivo, 1:100 a 1:30; coito anal por inserción, 1:1 000; coito vaginal receptivo, 1:1 000; coito vaginal por inserción, 1:10 000; y felación receptiva más eyaculación, 1:1 000. Se desconoce el riesgo de transmisión por contacto de la infección por VIH a través de otras conductas, incluidas la felación receptiva sin eyaculación, la felación con inserción y el cunnilingus.
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Todos los cálculos del riesgo por contacto suponen que la fuente padece infección por el VIH. Si se desconoce este dato, el riesgo de contagio es el riesgo de transmisión multiplicado por la probabilidad de que la fuente padezca la infección. Este varía según las prácticas de riesgo, la edad y el área geográfica. Se conocen varios cofactores que incrementan el riesgo de transmisión de VIH durante un encuentro determinado, entre ellos la presencia de infecciones de transmisión sexual inflamatorias o ulcerosas, traumatismos, menstruación y falta de circuncisión en el varón.
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El riesgo de adquirir la infección por VIH mediante la punción con una aguja contaminada con sangre infectada es de casi 1:300. Los factores que aumentan el riesgo de transmisión incluyen la profundidad de penetración, las agujas con centro hueco, sangre visible en la aguja y el estado avanzado de la enfermedad en el paciente de origen. Se desconoce el riesgo de transmisión de VIH por una salpicadura de mucosas con sangre infectada, pero se presupone significativamente menor.
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El riesgo de contraer la infección por VIH, por compartir agujas para uso de drogas ilegales, de un paciente infectado por VIH se calcula en 1:150. El uso de agujas limpias reduce en gran medida la posibilidad de transmitir el VIH, pero no la elimina si se comparten otros objetos utilizados en determinados actos o ceremonias (parafernalia) con los farmacodependientes.
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Cuando se transfunde sangre de un donante infectado por VIH, el riesgo de transmisión es de 95%. Por fortuna, en Estados Unidos desde 1985 se ha practicado de manera universal pruebas serológicas en la sangre de donantes de hemoderivados. A los individuos que en fecha reciente participaron en conductas inseguras (p. ej., actividad sexual con una persona en riesgo de infección por VIH, consumo de fármacos inyectados) ya no se les permite donar sangre, lo que elimina las donaciones de sujetos infectados por VIH, pero que aún no desarrollan anticuerpos (p. ej., personas en el periodo de “ventana”). Se han agregado pruebas de carga viral y de antígenos de VIH a los estudios de detección en sangre para reducir todavía más la transmisión de este virus. Con dichas pruebas, la posibilidad de transmitir VIH al recibir sangre en una transfusión es casi de 1:1 000 000. Entre 13% y 40% de los hijos de madres infectadas contrae la infección cuando la madre no ha recibido tratamiento o cuando el recién nacido no recibe profilaxis perinatal contra VIH. El riesgo es mayor con el parto vaginal que con la cesárea, en mujeres con cargas virales más altas y en quienes amamantan a sus hijos. La combinación de la prueba para el VIH prenatal y la asesoría, el tratamiento antirretroviral de las madres infectadas durante el embarazo y para el lactante inmediatamente después del nacimiento, la programación del nacimiento por cesárea cuando la madre tiene una carga viral > 1 000 copias/mL, y la cancelación de la lactancia materna ha reducido la tasa de transmisión perinatal de VIH a < 2% en Estados Unidos y Europa.
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No se ha demostrado la transmisión de VIH por dispersión de gotas respiratorias, vectores como los mosquitos o un contacto no sexual ocasional. La saliva, sudor, heces y lágrimas no se consideran líquidos infecciosos.
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Desde el inicio de la epidemia a principios del decenio de 1980, se han diagnosticado con sida a 1 232 346 estadounidenses. Se calcula que hay 1.1 millones de adultos y adolescentes en Estados Unidos que viven con VIH, 15% de los cuales no se han diagnosticado. Los jóvenes (de 13 a 24 años) son los más propensos a desconocer que están infectados (51%). En 2016, 39 782 estadounidenses fueron diagnosticados con infección por VIH. Los varones homosexuales y bisexuales representaron la mayor parte de los nuevos diagnósticos (67%) y entre ellos, los varones de raza negra representaron más diagnósticos nuevos (10 223) que los individuos de origen latinoamericano (7 425) o caucásicos (7 390). Entre 2011 y 2015, los nuevos diagnósticos de VIH disminuyeron 10% entre los varones homosexuales y bisexuales caucásicos, pero aumentaron 4% entre los varones homosexuales y bisexuales estadounidenses de raza negra y 14% entre los varones homosexuales y bisexuales de origen latinoamericano. Los contactos heterosexuales representaron 24% (9 578) de los nuevos diagnósticos de VIH, las mujeres representaron el 19% (7 529) y los usuarios de drogas inyectables 9% (3 425) de los nuevos diagnósticos de VIH, incluidos los varones homosexuales y bisexuales que se inyectan drogas. En 2016, los estadounidenses de raza negra y los de origen latinoamericano sufrieron afección desproporcionada por la epidemia. Aunque representan 12% de la población estadounidense, los estadounidenses de raza negra representaron 44% de los nuevos diagnósticos de VIH (17 528 casos). Los individuos de origen latinoamericano, que constituyen casi 18% de la población de Estados Unidos, representaron el 25% de los nuevos diagnósticos de VIH (9 766 casos).
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En general, la evolución de la enfermedad relacionada con VIH es similar en varones y mujeres; aunque, existen algunas diferencias importantes. Las mujeres tienen riesgo de complicaciones por el VIH que incluyen vaginitis recurrente por Candida, enfermedad pélvica inflamatoria y displasia cervicouterina. El tratamiento de las mujeres infectadas con VIH se complica por la violencia dirigida hacia ellas, el embarazo, la presencia frecuente de consumo de drogas y pobreza.
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Se calcula que en todo el mundo existen 36.9 millones de personas infectadas con VIH, la diseminación heterosexual bidireccional es el modo de transmisión más frecuente en varones y mujeres. La razón del riesgo más alto de transmisión con el coito heterosexual en África y Asia en comparación con Estados Unidos podría relacionarse con cofactores como el estado de salud general, la presencia de úlceras genitales, la falta relativa de la circuncisión masculina, el número de parejas sexuales y los serotipos diferentes del VIH. Se estima que, en el año 2016, 19.5 millones de personas infectadas por el VIH recibían tratamiento (53%), frente a los 17.1 millones de 2015.
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