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BASES PARA EL DIAGNÓSTICO
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Este tipo de infecciones se adquieren durante un tratamiento médico para otros trastornos.
Las infecciones intrahospitalarias son un subgrupo de infecciones relacionadas con la atención a la salud que se definen como aquéllas no presentes ni en incubación al momento de ingresar al hospital y que se desarrollaron 48 h o más después de la hospitalización.
La mayor parte de las infecciones relacionadas con la atención a la salud puede evitarse.
El lavado de las manos es el medio más eficaz para evitar las infecciones relacionadas con la atención de la salud y debe ser una práctica habitual, incluso si se usan guantes.
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En todo el mundo, alrededor de 10% de los pacientes contrae una infección relacionada con la atención a la salud, lo que resulta en la prolongación de la estancia en el hospital, aumento del costo de atención, y morbilidad y mortalidad significativas. Las infecciones más frecuentes son las de vías urinarias, casi siempre por el uso de sondas de Foley o los procedimientos urológicos; bacteriemia, a menudo por catéteres permanentes, pero también procedentes de sitios secundarios, como heridas quirúrgicas, abscesos, neumonía, aparato genitourinario y tubo digestivo; neumonía en enfermos intubados o con afectación del estado de conciencia; infecciones de la herida quirúrgica, infecciones por MRSA y colitis por Clostridioides difficile.
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Algunos principios generales son útiles para evitar, diagnosticar y tratar infecciones hospitalarias:
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Muchas infecciones son resultado del uso de dispositivos de monitorización o tratamiento invasivo, como catéteres intravenosos, sondas de Foley, derivaciones, drenes quirúrgicos, catéteres colocados por radiología intervencionista para drenaje, sondas nasogástricas y sondas bucotraqueales o nasotraqueales para apoyo ventilatorio. El retiro temprano de estos dispositivos reduce la posibilidad de aparición de infecciones.
Por lo general, los pacientes con infecciones hospitalarias se encuentran graves, su hospitalización ha sido prolongada y han recibido varios ciclos de antibioticoterapia de amplio espectro. Como resultado, las infecciones hospitalarias se originan a menudo por microorganismos resistentes a múltiples fármacos y se distinguen de las identificadas en la comunidad. Por ejemplo, S. aureus y S. epidermidis (causa frecuente de infección de dispositivos prostéticos) son muchas veces resistentes a la meticilina y la mayor parte de las cefalosporinas (la ceftarolina tiene actividad contra MRSA) y requieren tratamiento con vancomicina; Enterococcus faecium resistente a la ampicilina y la vancomicina; las infecciones por gramnegativos secundarias a Pseudomonas, Citrobacter, Enterobacter, Acinetobacter, Stenotrophomonas, E. coli productora de β-lactamasas de espectro extendido (ESBL, extended-spectrum beta-lactamases); y Klebsiella pueden ser resistentes a casi todos los antibacterianos. Al elegir el antibiótico para el tratamiento del paciente grave con una infección hospitalaria se debe considerar el historial de tratamientos con antibióticos y la “ecología local”. En pacientes graves se recomienda la protección de amplio espectro con vancomicina y carbapenem, con o sin aminoglucósido. Una vez que se aísla el agente patógeno y se conoce su sensibilidad, puede administrarse el fármaco de ...