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INTRODUCCIÓN

El conducto anal está recubierto, en sentido proximal a distal, con epitelio cilíndrico, de transición y escamoso no queratinizado, el cual se une en el borde anal con la piel perianal queratinizada. Los tumores originados en la mucosa del conducto anal son relativamente raros y comprenden solo 1% a 2% de todos los cánceres del ano y el colon. Los cánceres epidermoides comprenden la mayor parte de los cánceres anales. El cáncer anal es más frecuente entre las personas que practican el coito anal receptivo y aquéllas con antecedente de verrugas anorrectales. En más de 80% de los casos puede detectarse HPV, lo que sugiere que este virus es un factor causal importante. En un estudio grande con grupo testigo, la vacunación de varones saludables contra HPV (16–26 años de edad) que tienen sexo con varones redujo en 50% la incidencia de neoplasias intraepiteliales anales. Las mujeres con cáncer anal tienen mayor riesgo de cáncer cervicouterino, que podría ser resultado de un efecto de campo de la infección oncógena por HPV; requieren detección y monitorización ginecológicas. El cáncer anal es más frecuente en personas infectadas con VIH, tal vez por interacción con HPV. La vacuna contra HPV se recomienda para niños y niñas a partir de los 11 o 12 años, para las mujeres de 13 a 26 años y en varones que tienen relaciones sexuales con varones hasta de 26 años no vacunados con anterioridad.

Los síntomas más frecuentes son hemorragia, dolor y tumor local. La lesión se confunde a menudo con hemorroides y otros trastornos anales frecuentes. Estas neoplasias tienden a volverse anulares, invaden el esfínter y se diseminan hacia arriba por los linfáticos hacia los ganglios linfáticos mesentéricos perirrectales. Se necesitan imágenes por CT o MRI de abdomen y pelvis para identificar la linfadenopatía regional o metástasis al momento del diagnóstico. Pueden usarse junto con imágenes por PET.

El tratamiento depende de la ubicación y etapa histológica del tumor. Las lesiones bien diferenciadas y pequeñas (< 2 cm) superficiales de la piel perianal pueden someterse a ablación local amplia. El adenocarcinoma del conducto anal se trata en forma similar al cáncer rectal (véase antes), a menudo por resección abdominoperineal con quimiorradioterapia neoadyuvante y quimioterapia adyuvante. El cáncer epidermoide del conducto anal y los tumores perianales grandes que invaden el esfínter o el recto se tratan con modalidad combinada que incluye radiación externa con quimioterapia simultánea (5-fluorouracilo y mitomicina). El control local se logra en 80% de los casos. La cirugía radical (resección abdominoperineal) se reserva para pacientes que no responden a la quimioterapia y la radiación. Una vez que concluyen la quimioterapia, muchos tumores siguen en regresión hasta 26 semanas. La vigilancia incluye tacto rectal, anoscopia y palpación de ganglios inguinales cada tres a seis meses durante cinco años, además de CT de tórax, abdomen y pelvis anuales durante tres años. Por lo general, la enfermedad metastásica se trata con carboplatino y ...

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