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Las indicaciones actuales se enumeran en el eCuadro 40–2. Se ha comprobado que una amplia gama de síndromes clínicos está asociada con aberraciones cromosómicas, y el análisis del genoma resulta útil cada vez que se descubre que un paciente presenta las manifestaciones de uno de estos síndromes. Cuando se revela una aberración cromosómica, el médico no solo obtiene información valiosa sobre el pronóstico del paciente, sino que los padres obtienen información sobre la causa de los problemas de su hijo y se puede aconsejar a la familia de forma precisa, y por lo general con tranquilidad, sobre los riesgos de recurrencia.
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La discapacidad intelectual es un componente frecuente de los síndromes de malformación congénita. Cualquier persona con discapacidad intelectual inexplicable debe ser sometida a análisis genómicos.
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Los estudios que utilizan sondas fluorescentes para secuencias genéticas subteloméricas muestran reordenamientos o deleciones sutiles en casi 6% de los pacientes que tienen discapacidad intelectual inexplicable, con o sin características dismórficas. Estos cambios se producen a causa de una mutación de novo o por reordenamientos causadas por translocaciones parentales equilibradas. La mayor parte de las aberraciones son demasiado pequeñas para ser detectadas mediante análisis citogenéticos rutinarios; la evolución de las tecnologías de matrices génicas ha mejorado considerablemente la detección de la causa del fenotipo del paciente a más del 20%.
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Las anomalías de la diferenciación sexual solo se pueden entender después de aclarar el sexo genético del paciente. El tratamiento hormonal y la cirugía plástica pueden determinar hasta cierto punto el sexo fenotípico, pero el sexo genético viene dictado por el complemento de los cromosomas sexuales. El ejemplo más conocido de dicotomía entre el sexo genético y el sexo fenotípico es el síndrome de feminización testicular, en el que la constitución cromosómica es 46,XY pero, a causa de un defecto en la proteína receptora de testosterona (especificada por un gen del cromosoma X), el fenotipo externo es completamente femenino.
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El fracaso o retraso en el desarrollo de las características sexuales secundarias ocurre en el síndrome de Turner (la causa más común es una forma de aneuploidía, es decir, monosomía para el cromosoma X, 45,X), en el síndrome de Klinefelter (el cariotipo más común es 47,XXY), y en otras aberraciones cromosómicas menos frecuentes.
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La talla alta es quizás la única característica fenotípica consistente asociada a tener un cromosoma Y adicional (cariotipo 47,XYY); la mayor parte de los varones con esta aberración cromosómica llevan vidas normales y, por lo tanto, la talla alta en un varón no es indicación para un análisis cromosómico. Sin embargo, cierta evidencia sugiere que esta aberración se asocia con una mayor prevalencia de trastornos del aprendizaje. Además, el síndrome de Klinefelter a menudo causa talla alta, aunque con un hábito eunucoide y problemas de aprendizaje y del comportamiento. Por lo tanto, la combinación de trastornos del aprendizaje o del comportamiento y el aumento inesperado de la talla en un varón podrían ser indicación para un análisis citogenético.
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Como se explica a continuación, la mayor parte de los tumores se asocian con aberraciones cromosómicas, algunas de las cuales son muy específicas para ciertas neoplasias malignas. El análisis genómico del tejido tumoral puede ayudar en el diagnóstico, pronóstico y tratamiento.
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Siempre que se demuestre que una persona tiene una translocación cromosómica, ya sea equilibrada, asintomática o desequilibrada, que causa un síndrome, el médico debe considerar la importancia de identificar el origen de la translocación. Si el probando es un niño y los padres están interesados en tener más hijos, ambos padres deben someterse a estudios genéticos y, si es posible una translocación equilibrada, se realizan estudios citogenéticos. El cuestionamiento de hasta dónde debe llegar el médico de atención primaria o los médicos especialistas consultantes en el seguimiento de una traslocación a lo largo de los miembros de una familia aún no se resuelve por sus implicaciones legales, éticas y médicas. Ciertamente, el probando (si es adulto) o los padres del probando deben recibir asesoría y analizar los riesgos potenciales para los familiares. El médico debe documentar, tanto en el expediente médico como por correspondencia, que individuos específicos, identificados por nombre han decidido revelar datos relevantes de la familia extendida y que ellos asumen la responsabilidad.
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La incapacidad para tener descendencia ya sea por problemas para concebir o como resultado de abortos espontáneos repetidos, es un problema frustrante y desalentador para las parejas afectadas y para sus médicos. Los avances considerables en la comprensión urológica y ginecológica sobre la infertilidad han beneficiado a muchas parejas. Sin embargo, las aberraciones cromosómicas siguen siendo un problema importante en la medicina reproductiva y el análisis genómico debería utilizarse en algún momento en las valoraciones ampliadas. La infertilidad es común en los síndromes de Klinefelter y Turner, cualquiera de los cuales puede estar asociado con signos externos leves, especialmente si la aberración cromosómica es un mosaicismo. Cualquier aborto espontáneo precoz puede deberse a una aneuploidía fetal. La recurrencia puede deberse a una translocación parental que predispone a un cariotipo fetal desequilibrado.
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