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El periodo de incubación es de alrededor de 14 días. En países en vías de desarrollo, la enfermedad afecta sobre todo a niños menores de cinco años de edad, y causa 5% a 10% de los casos de diarrea infantil. Los síntomas iniciales en niños incluyen diarrea acuosa aguda, dolor abdominal y cólicos, con curación rápida en la mayor parte de los casos. Sin embargo, es muy frecuente que los síntomas persistan por dos semanas o más. En los países desarrollados, casi todos los pacientes afectados son adultos. La diarrea en pacientes inmunocompetentes suele durar cinco a 10 días. Por lo general es acuosa, acompañada de dolor y cólicos abdominales, náusea, vómito y fiebre. Puede haber recurrencias después de la eliminación inicial de los síntomas. También son frecuentes las enfermedades leves y las infecciones asintomáticas.
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La criptosporidiosis es una causa bien identificada de diarrea en los pacientes con sida. Era común antes del advenimiento del tratamiento antirretroviral de alta actividad, sobre todo en los pacientes con inmunodepresión avanzada. Las manifestaciones clínicas son variables, pero los pacientes tienen con frecuencia diarrea crónica con evacuaciones repetidas fétidas, malabsorción y pérdida de peso. Es posible que haya diarrea acuosa intensa que ponga en peligro la vida. La criptosporidiosis también provoca enfermedad extraintestinal en el sida, incluidos infiltrados pulmonares con disnea e infección biliar con colangitis esclerosante y colangiopatía por sida.
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El periodo de incubación para C. belli es cercano a una semana. En personas inmunocompetentes, produce casi siempre diarrea acuosa que desaparece de forma espontánea y que dura dos a tres semanas, con cólicos abdominales, anorexia, malestar y pérdida de peso. La fiebre es poco común. Es probable que los síntomas crónicos persistan durante meses en algunos individuos. En los pacientes con inmunodepresión, muchas veces la isosporosis ocasiona diarrea grave y crónica, con complicaciones que incluyen deshidratación notable, desnutrición y colitis hemorrágica. Hay informes escasos de enfermedad extraintestinal.
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Los ovoquistes de C. cayetanensis deben pasar por un periodo de esporulación de siete días o más después de su expulsión para volverse infecciosos. Por lo tanto, la diseminación de una persona a otra es improbable; por lo general, se debe a agua y alimentos contaminados (en especial productos frescos). El periodo de incubación es de uno a 11 días. Las parasitosis pueden ser asintomáticas. La ciclosporosis genera una enfermedad similar a la descrita para los otros agentes patógenos incluidos en esta sección, con diarrea acuosa, cólicos abdominales, náusea, fatiga y anorexia. En 25% de los casos hay fiebre. Los síntomas típicos continúan por dos semanas o más y pueden persistir por meses si no se administra tratamiento. Son habituales las recurrencias diarreicas. Algunas veces, la diarrea va precedida por un pródromo seudogripal y luego aparece fatiga persistente. En pacientes inmunodeprimidos, la ciclosporosis es por lo general más grave y prolongada, con diarrea acuosa fulminante crónica y pérdida de peso.
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La infección por Sarcocystis es frecuente en algunos países en desarrollo, pero casi siempre es asintomática. Al parecer, la infección por lo general sucede después del consumo de carne de res o cerdo mal cocida, lo cual posibilita el desarrollo de los quistes en el músculo, con mialgias, fiebre, broncoespasmo, exantema pruriginoso, linfadenopatía y nódulos subcutáneos. El consumo de esporoquistes fecales puede causar síntomas digestivos.
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Los microsporidios son protozoarios intracelulares obligados que producen un amplio espectro de enfermedades. Muchas infestaciones son de origen zoonótico, pero está documentada la transmisión entre personas. La infección se produce en particular por ingestión de esporas, aunque también por inoculación directa de los ojos. En los hospedadores inmunocompetentes, las infecciones por microsporidios casi siempre se manifiestan con diarrea autolimitada. Además, se han descrito infecciones oculares. La enfermedad por microsporidios se presenta más a menudo en personas con inmunodepresión, en especial aquéllas con sida. Con mayor frecuencia, las parasitosis en pacientes con sida se deben a E. bieneusi y E. intestinalis; causan diarrea crónica, con anorexia, distensión, pérdida de peso y emaciación, sobre todo en pacientes con inmunodeficiencia avanzada. Casi nunca hay fiebre. Otros padecimientos relacionados con microsporidios (incluidos los géneros Enterocytozoon, Encephalitozoon, Brachiola, Vittaforma, Pleistophora, Trachipleistophora y Microsporidium) en personas con inmunodepresión incluyen afectación de las vías biliares (colangiopatía del sida), infección genitourinaria con cistitis, nefropatía, hepatitis, peritonitis, miositis, infecciones respiratorias que abarcan sinusitis, así como infecciones del sistema nervioso central que incluyen encefalitis granulomatosa e infecciones diseminadas. Las infecciones oculares por microorganismos del género Encephalitozoon provocan conjuntivitis y queratitis, las cuales se manifiestan con hiperemia, fotofobia y pérdida de agudeza visual.
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B. Datos de laboratorio
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Por lo general, las heces no tienen sangre ni leucocitos. El diagnóstico se establece típicamente detectando en el microorganismo una tinción acidorresistente modificada; esta técnica es relativamente insensible y deben analizarse múltiples muestras antes de descartar el diagnóstico. Cabe destacar que la valoración habitual en busca de huevecillos y parásitos no incluye una tinción acidorresistente modificada, por lo que en muchos laboratorios debe solicitarse de manera específica. Varios métodos de detección de antígenos, incluida la microscopia con inmunofluorescencia, ELISA e inmunocromatografía, ofrecen mejor sensibilidad y especificidad, ambas superiores al 90%, con los análisis disponibles y estos métodos pueden considerarse como un método óptimo de diagnóstico. Los paneles de diagnóstico molecular que reconocen Cryptosoridium y otros enteropatógenos en heces se encuentran disponibles, pero a un costo elevado.
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El diagnóstico de isosporosis se realiza mediante el análisis fecal en fresco o después de tinción acidorresistente modificada, en la cual el microorganismo se distingue con claridad de otros parásitos. Otras tinciones también muestran al agente patógeno. La diseminación de ovoquistes puede ser intermitente, por lo cual la sensibilidad de la prueba fecal no es alta y deben examinarse múltiples muestras. El microorganismo también puede identificarse en aspirados duodenales o biopsias del intestino delgado.
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El diagnóstico se establece con la valoración de preparaciones húmedas fecales o después de la tinción acidorresistente modificada. Es posible que sea necesario analizar múltiples muestras para precisar el diagnóstico; la concentración de las muestras mejora la sensibilidad. El microorganismo también se puede identificar en aspirados del intestino delgado o muestras de biopsia. Se encuentran disponibles pruebas moleculares de sensibilidad y especificidad alta, incluidos los paneles multipatógenos.
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Es probable encontrar eosinofilia y aumento de la creatina cinasa. El diagnóstico se establece por identificación de los patógenos acidorresistentes en las heces o por detección de trofozoítos o bradizoítos en biopsias de tejido.
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El diagnóstico se puede establecer mediante la identificación de los microorganismos en una muestra de heces, líquido o tejido con tinción especial, como la tinción con base cromótropa de Weber. La microscopia electrónica es útil para confirmar el diagnóstico y la identificación por especie. Se dispone de técnicas para PCR y cultivo, pero no se usan de forma sistemática.