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Las larvas de los anquilostomas del perro y el gato, Ancylostoma braziliense y A. caninum, producen en especial la larva cutánea migratoria. Otros anquilostomas animales, la gnatostomosis y la estrongiloidosis, también pueden inducir este síndrome. Las parasitosis son frecuentes en regiones cálidas, incluido el sureste de Estados Unidos. Son más frecuentes en niños. La enfermedad se debe a la migración de gusanos por la piel; los parásitos no humanos no pueden completar su ciclo vital, por lo cual sólo ocasionan enfermedad cutánea.
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MANIFESTACIONES CLÍNICAS
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Se forman pápulas eritematosas que causan prurito intenso, casi siempre en pies o manos, seguidas unos cuantos días después por trayectos serpiginosos que marcan el curso del parásito, el cual puede avanzar varios milímetros al día (fig. 35–8) y (eFig. 35–45). Es posible que haya varios rastros. El proceso continúa por semanas; las lesiones se transforman en vesículas, forman costras o sufren parasitosis secundarias. Pocas veces hay síntomas sistémicos o eosinofilia.
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El diagnóstico se basa en la apariencia característica de las lesiones. Casi nunca está indicada la biopsia.
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Sin tratamiento, las larvas mueren al final y se absorben. Los casos leves no requieren medidas terapéuticas. Es posible aplicar tiabendazol (suspensión acuosa al 10%) de forma tópica cada 8 h por cinco o más días. El tratamiento sistémico con albendazol (400 mg una o cada 12 h por tres a cinco días) o ivermectina (200 mcg/kg por VO en dosis única) es muy eficaz.
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Kincaid
L
et al. Management of imported cutaneous larva migrans: a case series and mini-review. Travel Med Infect Dis. 2015 Sep–Oct;13(5):382–7.
[PubMed: 26243366]