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La disfunción del nervio facial puede afectar de manera notable la calidad de vida de un paciente. La cara humana es un punto focal para la expresión y la comunicación interpersonal, mientras el movimiento motor facial contribuye a la protección de los ojos, la articulación del lenguaje, la masticación, la deglución y la expresión de emociones. De este modo, el sujeto con parálisis facial sufre no solo por las consecuencias funcionales del movimiento facial alterado, sino por el efecto psicológico de una apariencia facial asimétrica.
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PARÁLISIS FACIALES AGUDAS
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BASES PARA EL DIAGNÓSTICO Parálisis de Bell
Paresia o parálisis unilateral de la cara de inicio agudo en un patrón que corresponde a disfunción periférica del nervio (todas las ramas están afectadas).
Inicio y evolución rápidos (menor de 48 h).
La parálisis facial puede vincularse con neuropatías agudas que afectan a otros pares craneales (en particular del V a X).
Herpes zóster ótico (síndrome de Ramsay Hunt) Parálisis facial aguda periférica relacionada con otalgia y lesiones cutáneas de tipo varicela que afectan el oído externo, la piel del conducto auditivo externo o el paladar blando.
Con frecuencia, la afección se extiende al V, IX y X pares craneales y las ramas cervicales que tienen comunicaciones anastomóticas con el nervio facial.
Se diferencia de la parálisis de Bell por úlceras cutáneas características y alta incidencia de hipoacusia o disfunción del equilibrio.
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Hay dos grandes variedades de padecimientos que pueden vincularse con parálisis faciales unilaterales (cuadro 73–1). Las parálisis faciales bilaterales son mucho menos frecuentes y ocurren en < 2% de los pacientes que se presentan con una parálisis facial aguda (cuadro 73–2). Por lo general, la afección bilateral expresa un padecimiento sistémico con manifestaciones múltiples. Debido a sus paradigmas de presentación clínica y tratamiento superpuestos, la parálisis de Bell y el herpes zóster ótico (también conocido como síndrome de Ramsay Hunt) deberán considerarse juntos.
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