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CASO DE ESTUDIO

CASO DE ESTUDIO

Un hombre de 77 años de edad acude al consultorio ante la insistencia de su esposa. Presenta hipertensión moderada, cuyo diagnóstico data de 18 años atrás; sin embargo, a este paciente no le agrada tomar sus medicamentos. Dice que no tiene síntomas reales; pero su esposa comenta que últimamente se ha vuelto mucho más olvidadizo y que casi ha dejado de leer el periódico y de ver el televisor. Un Mini-Mental State Examination (MMSE) revela que está orientado en cuanto a su nombre y lugar; pero no logra indicar el mes o el año. Tampoco recuerda durante más de 2 minutos los nombres de sus tres hijos adultos o tres palabras aleatorias (p. ej., árbol, bandera y silla). No presenta cataratas visibles, sin embargo, necesita una lupa para leer el periódico impreso. ¿Por qué no toma sus medicamentos antihipertensivos? ¿Qué medidas terapéuticas están disponibles para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer? ¿Cómo se puede tratar la degeneración macular?

INTRODUCCIÓN

De forma tradicional, la sociedad ha clasificado a todos los mayores de 65 años de edad como “ancianos”; sin embargo, y aunque ésta también resulta una definición arbitraria, la mayoría de las autoridades en el tema consideran que el campo de la geriatría se aplica a las personas mayores de 75 años. Otra cuestión es que la edad cronológica es sólo un determinante indirecto de los cambios que conciernen a las terapias farmacológicas que se recomiendan para las personas adultas mayores. En los ancianos, además de las enfermedades crónicas de la edad adulta, se documenta una mayor incidencia de muchas afecciones, entre ellas la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, demencia vascular, accidente vascular cerebral, discapacidad visual ―sobre todo por cataratas y degeneración macular―, aterosclerosis, las enfermedades vasculares coronaria y periférica, así como insuficiencia cardiaca, diabetes, artritis, osteoporosis y fracturas, cáncer e incontinencia. El resultado es que la necesidad de tratamiento farmacológico es bastante grande en este grupo de edad. Y en la medida en que el promedio de vida se aproxima a los 80 años (que en algunos países ya lo excede), esta necesidad aumenta enormemente.

Cuando se tienen en cuenta todos estos factores de conmoción, se observa que la edad por sí misma sigue siendo el factor de riesgo más probable tanto de las enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas, como de la mayoría de las formas de cáncer. Las investigaciones sobre las bases moleculares del envejecimiento ya han respondido algunas preguntas, pero han abierto muchas más interrogantes. Desde hace tiempo se sabe que la restricción calórica puede, por sí misma, prolongar la vida de los animales, incluidos los mamíferos. Algunas evidencias sugieren que los ratones con restricción calórica permanecen más sanos durante más tiempo. Se ha demostrado que los fármacos que imitan la restricción calórica aumentan la vida útil tanto del nematodo Caenorhabditis elegans, como de otras especies, entre ellas los ratones. ...

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