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INTRODUCCIÓN A LA DETECCIÓN PREOPERATORIA

El propósito del examen preoperatorio es proporcionar una evaluación de riesgos completa previa a la intervención quirúrgica, optimizar las comorbilidades médicas y detectar cualquier enfermedad no reconocida que pueda conducir a un resultado quirúrgico deficiente. El alcance de la evaluación debe equilibrar la morbilidad y el costo de las pruebas preoperatorias con la posibilidad de reducir de manera significativa la morbilidad quirúrgica. A fin de asesorar de forma útil al cirujano y al paciente, la anamnesis, la exploración física y otros estudios deben evaluar los riesgos de complicaciones cardiovasculares, neurológicas, tromboembólicas venosas, renales, pulmonares, infecciosas y endocrinas. Además, las estrategias de manejo perioperatorio específicas del paciente han de ser pertinentes. El asesor, el cirujano y el paciente deben sopesar los riesgos de proceder directamente a la cirugía con los riesgos de retrasar un procedimiento necesario.

HISTORIA

Primero, es necesario determinar el tipo y la urgencia de la cirugía propuesta. Los pacientes de alto riesgo que se someten a procedimientos de bajo riesgo no necesitan una evaluación que vaya más allá de una breve anamnesis de detección y un examen. Las cirugías de urgencia no deben retrasarse para la consulta médica. Para todas las demás cirugías, el médico debe evaluar al paciente en busca de afecciones cardiacas activas que pudieran retrasar la cirugía, como la insuficiencia cardiaca congestiva (CHF, congestive heart failure) descompensada, síndromes coronarios inestables (infarto de miocardio [MI, myocardial infarction] en los 30 días previos a la consulta, angina inestable o grave), arritmias importantes y enfermedad valvular grave (estenosis aórtica o mitral grave).

Si no se encuentran características de “peligro”, es preciso evaluar el estado funcional del paciente. Quienes presentan síntomas con actividades de < 4 equivalentes metabólicos (MET, metabolic equivalents) tienen una capacidad funcional deficiente y un mayor riesgo de complicaciones cardiovasculares perioperatorias. Un MET se define como el gasto de energía para sentarse sin dificultad; para el adulto promedio, esto equivale a un consumo de oxígeno de 3.5 mL/kg de peso corporal por minuto. Las actividades que correlacionan con 4–5 MET de actividad pueden ser trapear pisos, limpiar ventanas, pintar paredes, empujar una cortadora de césped eléctrica, rastrillar hojas, desyerbar un jardín o subir un tramo de escaleras. Una herramienta validada para ayudar a determinar el nivel de actividad es el Índice del estado de actividad de Duke (DASI, Duke Activity Status Index). Si el paciente no puede realizar actividades consistentes con 4 MET, entonces es importante determinar si está limitado por disnea o enfermedad cardiovascular que requiera un estudio adicional. La capacidad de llevar a cabo estas actividades sin síntomas correlaciona con un menor riesgo perioperatorio.

Indague si se produjeron complicaciones con operaciones anteriores. Luego, concentre la anamnesis y la exploración física en las áreas preocupantes específicas que se describen a continuación.

Evaluación del riesgo cardiovascular y pulmonar a partir de ...

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