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INTRODUCCIÓN

Las pruebas de laboratorio y los estudios de imagen sensibles y específicos son esenciales para un diagnóstico preciso en muchos entornos clínicos. El uso adecuado del laboratorio y las imágenes requiere hipótesis clínicas puntuales generadas junto a la cama. Ambas herramientas, pruebas e imágenes, brindan respuestas confiables y válidas a preguntas clínicas bien concebidas. También son susceptibles de sobreinterpretación y pueden ser bastante engañosas si no se interpretan en el contexto clínico como respuestas a preguntas específicas. Más allá de algunas pruebas de detección, estos estudios deben emplearse para probar las hipótesis fisiológicas y diagnósticas suscitadas durante la anamnesis y la exploración física. El laboratorio y la sala de radiología no son espacios para buscar ideas; son los lugares para probar hipótesis. Si el médico es incapaz de generar hipótesis comprobables después de la anamnesis, la exploración física y las pruebas de detección, es más útil buscar una consulta con un médico adecuado que comenzar una serie al azar de estudios de laboratorio y radiológicos. Una explicación completa sobre el uso adecuado de las pruebas diagnósticas está más allá del alcance de este texto.

PRINCIPIOS DE LAS PRUEBAS DE LABORATORIO

Las pruebas de laboratorio se realizan por dos razones principales: 1) para obtener información que no se puede determinar por medios clínicos, pero que a menudo es importante para formar hipótesis y, 2) para probar hipótesis. De manera habitual, las pruebas de la primera categoría se describen como pruebas “de rutina”, e incluyen electrólitos séricos, nitrógeno ureico en sangre, creatinina, biometría hemática completa, análisis de orina y, con menos frecuencia, transaminasas y velocidad de eritrosedimentación o proteína C reactiva. Algunas –o todas– de estas pruebas se realizan en pacientes con enfermedades significativas para ayudar al médico a identificar anomalías importantes en la función de órganos imprescindibles o signos de laboratorio de inflamación o infección. Las pruebas de la segunda categoría son innumerables; se utilizan para identificar anomalías y enfermedades específicas. El rendimiento diagnóstico de estas pruebas depende de la población de pacientes analizada. En esta categoría, las pruebas son más útiles cuando el diagnóstico en cuestión se encuentra en el rango medio de probabilidad, alrededor de 20 a 80%. Para comprender por qué esto es así, es necesario entender las medidas de rendimiento de la prueba y cómo la interpretación depende tanto de los criterios diagnósticos de una enfermedad o afección como de la probabilidad, previa a la prueba, de que la enfermedad esté presente.

Principios de las pruebas de detección de enfermedades

Enfermedad presente o ausente

¿Cómo se determina quién tiene la enfermedad y quién no? Esto se hace con una prueba independiente o un conjunto de criterios aceptados para establecer “el diagnóstico”. La suposición es que una enfermedad está presente o ausente. Aunque esto puede parecer obvio para enfermedades como el cáncer o una infección donde una biopsia ...

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