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Parece evidente que es mejor prevenir una enfermedad y que es mejor diagnosticarla y tratarla en etapas tempranas. Sin embargo, existen riesgos y beneficios para cada intervención y es de especial importancia asegurar que ésta no cause lesión a un individuo sano. Este capítulo analiza el razonamiento detrás de las prácticas actuales de detección.
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La detección puede utilizarse para identificar una enfermedad no reconocida o un factor de riesgo en una persona con aspecto sano.
La detección puede realizarse al reunir información a través de una anamnesis meticulosa, realizar exploración física y mediante exámenes de laboratorio y gabinete.
Ejemplos de estudios de detección incluyen mastografía y pruebas de colesterol.
La mastografía puede detectar cáncer mamario asintomático, no reconocido.
Pueden utilizarse las pruebas de colesterol:
Para identificar a individuos con alto riesgo que aún no padecen arteriopatía coronaria (lo que conocen los médicos como prevención primaria).
Para prevenir complicaciones en pacientes con arteriopatía coronaria conocida (lo que se conoce como prevención secundaria y no es en realidad una verdadera detección).
Los siguientes criterios son útiles para determinar si vale la pena realizar la detección de una enfermedad:
La carga de la enfermedad debe ser la suficiente para iniciar la detección.
Realizar detección sólo para las enfermedades que pueden causar enfermedades graves, incapacidad o muerte.
Considerar la prevalencia de la enfermedad estudiada y la capacidad para identificar grupos de alto riesgo, ya que la utilidad de las pruebas de detección es más elevada en grupos con alto riesgo.
Las pruebas de detección utilizadas deben tener alta calidad.
Las pruebas de detección deben detectar con precisión la enfermedad estudiada cuando se encuentra en etapa asintomática.
Las pruebas de detección deben tener alta sensibilidad y especificidad.
Los resultados de las pruebas deben ser reproducibles en diversos contextos.
Las pruebas de detección deben ser seguras y aceptables para los pacientes.
De manera ideal, las pruebas de detección deben ser simples y rentables.
Debe haber evidencia de que la detección reduce la morbilidad o la mortalidad.
Debe existir un tratamiento eficaz para la enfermedad estudiada.
La detección temprana seguida del tratamiento debe mejorar la supervivencia en comparación con la detección y tratamiento al momento habitual de presentación; en otras palabras, las personas en quienes la enfermedad se diagnosticó por detección deben tener mejores resultados de salud en comparación con aquellos en los que la enfermedad se diagnosticó por medios clínicos.
Los beneficios de la detección deben superar cualquier efecto secundario de la prueba de detección, tratamiento o el impacto del diagnóstico temprano.
De manera ideal, los beneficios y los riesgos se valoran a través de estudios clínicos con asignación al azar que analizan los métodos de detección (fig. 2–1).
El mejor método de medición es la mortalidad por todas las causas y la mortalidad específica para la enfermedad, como ...