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PACIENTE
El señor T. tiene 77 años y presenta lesión renal aguda (AKI, acute kidney injury).
¿Cuál es el diagnóstico diferencial de la lesión renal aguda? ¿Cómo podría enmarcarse el diagnóstico diferencial?
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ELABORACIÓN DEL DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
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La lesión renal aguda es un síndrome clínico amplio que se define por una disminución súbita de la función renal en un periodo de horas a días, caracterizada por un aumento de la creatinina sérica o una disminución de la diuresis. El tiempo de desarrollo y la persistencia del daño renal definen un espectro que se extiende a la enfermedad renal aguda (AKD, acute kidney disease) y a la enfermedad renal crónica (CKD, cronic kidney disease). En el cuadro 28–1 se resumen los criterios diagnósticos actuales y la estadificación de la AKI, AKD y la CKD, que pueden ser relevantes en la valoración y el pronóstico de la enfermedad.
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El modelo para el diagnóstico diferencial de AKI es una combinación de la anatomía y la fisiopatología, que típicamente divide las causas en prerrenal, intrarrenal y posrenal:
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Prerrenal (por hipoperfusión renal)
Disminución del volumen intravascular
Pérdidas gastrointestinales
Pérdidas renales: inducida por fármacos o diuresis osmótica (como en la hiperglucemia), diabetes insípida
Pérdidas por piel y mucosas
Hemorragias
Tercer espacio, como en el síndrome nefrótico, pancreatitis, etc.
Disminución del volumen circulante efectivo (con o sin hipotensión)
Insuficiencia cardiaca (HF, heart failure), con o o sin choque cardiógeno
Cirrosis
Hipertensión pulmonar, embolia pulmonar
Vasodilatación sistémica o renal
Septicemia
Cirrosis
Anafilaxis
Inducida por anestesia y fármacos
Afectación de la autorregulación renal
Inducida por fármacos, como los antiinflamatorios no esteroideos (NSAID, nonsteroidal anti-inflammatory drugs) inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina o bloqueadores del receptor de angiotensina
Trombosis o embolia de la arteria renal
Aneurisma de la aorta abdominal
Síndrome hepatorrenal
Intrarrenal
Lesión tubular (necrosis tubular aguda [ATN, acute tubular necrosis])
Isquémica, por hipoperfusión renal prolongada
Inducida por toxinas
Medicamentos, como aminoglucósidos, cisplatino, etc.
AKI inducida por medios de contraste
Rabdomiólisis (mioglobina) o hemólisis masiva (hemoglobina)
Paraproteinemias, como la nefropatía por mieloma múltiple
Intersticial
Nefritis intersticial aguda
Medicamentos
Infecciones
Enfermedades sistémicas, como sarcoidosis, lupus eritematoso sistémico (SLE, systemic lupus erythematosus), linfoma
Pielonefritis bilateral
Glomerular
Síndromes nefríticos
Mediados por inmunocomplejos: glomerulonefritis posinfecciosas (GN, glomerulonephritis), nefropatía por IgA, SLE, endocarditis
Vasculitis: glomerulonefritis rápidamente progresiva, poliangitis microscópica, granulomatosis con poliangitis
Síndrome de Goodpasture
Los síndromes nefróticos rara vez causan AKI (cap. 17-9: Síndrome nefrótico, Edema para considerar el síndrome nefrótico)
Vascular
Vasos de grande o mediano calibre
Trombosis o embolia de la arteria renal
Trombosis de la vena renal
Ateroembolia
Vasos de pequeño calibre
Microangiopatías trombóticas: síndrome hemolítico urémico (HUS, hemolytic uremic syndrome)/púrpura trombocitopénica trombótica (TPP, thrombotic thrombocytopenic purpura)
Hipertensión maligna
GN o vasculitis
Posrenal
Mecánicas
Ureteral (debe ser obstrucción bilateral para causar AKI)
Cálculos
Tumores
Hematomas
Adenopatía o fibrosis retroperitoneal
Cuello vesical
Hiperplasia prostática benigna (BPH, benign prostatic hyperplasia) o cáncer de próstata
Tumores
Cálculos
Uretral
Estenosis
Tumores
Obstrucción de sondas permanentes
Vejiga neurógena
Las causas más comunes de AKI son la ATN (cerca del 50% de los casos), condiciones prerrenales (casi 25%) y obstrucción (alrededor de 10%).
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En la figura 28–1 se describe el estudio diagnóstico de la lesión renal aguda.
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El Sr. T. se sentía bien hasta hace tres días, cuando desarrolló fiebre, escalofríos y tos con esputo rojizo. La fiebre ha persistido, la tos ha empeorado y se siente con letargo y disminución de la ingesta oral. En su anamnesis se destaca hipertensión bien controlada y cáncer de próstata tratado con radioterapia hace cinco años. Los medicamentos que toma actualmente son hidroclorotiazida y lisinopril. Fuma un par de cigarrillos al día y toma una copa a la semana. Sus signos vitales son: temperatura, 38,6 °C; presión arterial (BP, blood pressure), 90/60 mmHg; pulso, 110 lpm; frecuencia respiratoria, 24 rpm. Sus mucosas se observan secas. En la exploración pulmonar destacan ruidos respiratorios bronquiales y crepitaciones en la base pulmonar derecha.
Hace un mes, su creatinina era de 1.4 mg/100 mL. Hace seis meses, su antígeno prostático específico era de 1.0. Los resultados de laboratorio actuales incluyeron recuento absoluto de leucocitos, 16 000/µL (70% polimorfonucleares, 20% bandas, 10% linfocitos); Hb, 10.2 g/100 mL; HCT, 32%; MCV, 88 mcm3; Na, 140 meq/L; K, 5.4 meq/L; Cl, 100 meq/L; HCO3 19 meq/L; BUN, 40 mg/100 mL; creatinina, 3.8 mg/100 mL; glucosa, 102 mg/100 mL.
En este punto, ¿cuál es la principal hipótesis diagnóstica? ¿Cuáles son los diagnósticos alternativos? ¿Hay un diagnóstico que no deba descartarse? Dado el diagnóstico diferencial, ¿qué exámenes deben solicitarse?
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RANKING DEL DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
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Aunque una causa puede ser más probable que las otras en función de la presentación, las pruebas iniciales suelen ser las mismas para todos los pacientes con AKI.
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El punto central en la presentación del paciente es la hipotensión por hipovolemia, septicemia (con neumonía como fuente probable), o ambas. El uso simultáneo de un diurético y un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina puede agravar la hipotensión y ocasionar falla de la autorregulación renal. La hipovolemia o la hipotensión transitoria provocan azoemia prerrenal, pero cuando existe hipotensión prolongada como la del paciente puede provocar isquemia renal y necrosis tubular intersticial. Su antecedente de CKD (creatinina basal de 1.4 mg/100 mL), la edad y la hipertensión aumentan el riesgo de desarrollar necrosis tubular intersticial cuando se reduce el flujo sanguíneo renal. Sin embargo, también es necesario asegurarse de que no tiene un componente de AKI prerrenal por depleción de volumen. Por último, a pesar de su antígeno prostático específico (PSA, prostate-specific antigen) normal hace unos meses, podría tener una obstrucción por BPH o un cáncer de próstata recurrente. La glomerulonefritis posestreptocócica, una causa intrarrenal de AKI, no es una opción, ya que ocurre después de infecciones por estreptococo hemolítico del grupo A, que no son patógenos comunes en la neumonía. El cuadro 28–2 enumera los diagnósticos diferenciales.
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Ya que la hipovolemia y la obstrucción son causas tratables de AKI, son diagnósticos que “nunca se deben pasar inadvertidos”.
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La valoración de la AKI siempre inicia con electrolitos urinarios y examen de orina. Considere valorar la orina residual por cistografía o cateterismo.
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Al Sr. T. se le administraron 2.5 L de solución salina isotónica, sin cambios en su presión arterial. Se obtiene orina antes de la administración del bolo de fluidos y los resultados de laboratorio mostraron Na, 40 meq/L; creatinina urinaria, 45 mg/100 mL, y nitrógeno ureico urinario 250 mg/100 mL. El examen de orina mostró densidad de 1.010; esterasa leucocitaria, negativa; glucosa, negativa; sangre, negativa; trazas de proteínas; eritrocitos 1 por campo; leucocitos 1 a 2 por campo; cilindros granulosos positivos. Se le coloca una sonda permanente para vigilancia hemodinámica y se drenan 150 mL de orina al momento de la colocación.
¿Es suficiente la información clínica para establecer un diagnóstico? De no ser así, ¿qué otra información se necesita?
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ESTABLECIENDO EL DIAGNÓSTICO
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La FENa de Sr. T. es de 2.41% y su FEurea es de 53%. Se le administraron antibióticos y fluidos intravenosos, con normalización de la presión arterial. Una segunda medición de creatinina, realizada varias horas después, es de nuevo de 3.8 mg/100 mL.
¿Se cruzó el umbral diagnóstico para la hipótesis principal, la necrosis tubular aguda? ¿Se han descartado diagnósticos alternativos? ¿Es necesario realizar otras pruebas para excluir los diagnósticos alternativos?
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La combinación de septicemia, una FEurea > 50%, el hallazgo de cilindros granulosos, la ausencia de exposición a otras toxinas y la falta de respuesta a los fluidos intravenosos hacen que la necrosis tubular intersticial inducida por hipotensión sea el diagnóstico más probable, siendo la azoemia prerrenal poco probable. La cantidad normal de orina que se observó al realizar el sondaje urinario permanente descarta la presencia de una obstrucción a nivel de la uretra o del cuello vesical. Sin embargo, no es posible descartar la obstrucción a nivel de los riñones y los uréteres con base en la información disponible hasta el momento, por lo que es necesario obtener una ecografía renal. (La AKI por obstrucción se tratará más adelante en el capítulo).
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Excluir la obstrucción de las vías urinarias en pacientes con AKI que tienen factores de riesgo, como varones de edad avanzada, antecedentes de neoplasias abdominales o pélvicas, nefrolitiasis, patología de la médula espinal, medicamentos anticolinérgicos y síntomas de anuria, goteo terminal e incontinencia; o en pacientes cuya función renal no mejore rápidamente.
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Aunque los pacientes no se encuentren en anuria pueden presentar AKI causada por obstrucción
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La ecografía renal muestra riñones normales, sin hidronefrosis. Al momento del alta, la presión arterial del Sr. T. se mantuvo estable y la creatinina sérica disminuyó a 2.0 mg/100 mL. Se retiró la sonda urinaria, pero 3 h después, no hubo vaciado vesical. Una cistografía reveló 500 mL de orina.
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El Sr. T. desarrolló retención urinaria aguda, una complicación común en varones de edad avanzada hospitalizados, en particular aquellos con BPH.
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Se colocó la sonda urinaria nuevamente y se inició la administración de tamsulosina. Se envía a la clínica de urología como paciente ambulatorio y se obtuvo de nuevo orina residual en ese momento de < 100 mL. Se repite la creatinina sérica y vuelve a su valor de referencia. Se le retira la sonda urinaria, con lo que puede orinar con normalidad.