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INTRODUCCIÓN

Las infecciones específicas son las causadas por microorganismos específicos, cada uno de los cuales causa una enfermedad singular con reacciones histopatológicas identificables.

TUBERCULOSIS

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2014 se produjeron 9.6 millones de nuevos casos y 1.5 millones de muertes relacionadas con la tuberculosis. Casi la mitad de los casos mundiales de tuberculosis ocurren en China, India e Indonesia. El bacilo tuberculoso puede invadir uno o más (o incluso todos) de los órganos de las vías genitourinarias y puede ocasionar una infección granulomatosa crónica que muestra las mismas características que la tuberculosis en otros órganos. La tuberculosis urinaria es una enfermedad de los adultos jóvenes (60% de los pacientes tiene entre 20 y 40 años) y es más común en los varones que en las mujeres.

Causas

El microorganismo infectante es Mycobacterium tuberculosis, que llega a los órganos genitourinarios por la vía hematógena desde los pulmones. El sitio primario rara vez produce síntomas o es clínicamente aparente.

El riñón y posiblemente la próstata son los sitios primarios de la infección tuberculosa en las vías genitourinarias. Todos los demás órganos genitourinarios se ven afectados por el ascenso (de próstata a vejiga) o descenso (del riñón a la vejiga, de próstata a epidídimo). El testículo puede resultar afectado por la extensión directa de la infección desde el epidídimo.

Patogenia

A. Riñón y uréter

Cuando un baño de bacilos tuberculosos alcanza la corteza renal, los microorganismos pueden ser destruidos por la resistencia normal del tejido (fig. 15–1). La evidencia de esto se observa a menudo en las necropsias de personas que han muerto de tuberculosis; solo se encuentran cicatrices en los riñones. Sin embargo, si en el riñón se alojan bastantes bacterias con virulencia suficiente en el riñón y no son eliminadas, se establece una infección clínica.

Figura 15–1.

Patogenia de la tuberculosis de las vías urinarias.

La tuberculosis renal progresa lentamente; puede tomar de 15 a 20 años destruir un riñón en un paciente que tiene buena resistencia a la infección. Como regla general, no suele haber dolor renal y poco o ningún trastorno clínico de ningún tipo hasta que la lesión ha afectado los cálices o la pelvis renal, momento en el que la pus y los microorganismos pueden excretarse en la orina. Solo en esta etapa se manifiestan los síntomas (de cistitis). Entonces la infección afecta a la mucosa de la pelvis renal y al uréter, en particular en sus extremos proximal y vesical. Esto puede conducir a la estenosis y a la obstrucción (hidronefrosis).

A medida que la enfermedad progresa, ocurre una descomposición caseosa del tejido hasta que todo ...

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