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La radiación ha tenido una participación importante en el tratamiento primario de las neoplasias malignas urológicas por más de 100 años. En 1895, Wilhelm Roentgen describió los rayos x; para 1899, un paciente con cáncer de piel se había curado con radiación; y antes de 10 años, la radiación se usó para tratar el cáncer prostático. La radioterapia se ha convertido en una base del tratamiento para cánceres originados en la vejiga, testículos y la próstata y en menor medida, para los del pene, uretra y riñones conforme se ha dispuesto de fuentes de megavoltaje, a pesar de los avances en la quimioterapia y la cirugía agresiva. Además, el advenimiento de la radioterapia de curso corto con incremento de dosis, como la radioterapia corporal estereotáctica (SBRT, stereotactic body radiation therapy), ha abierto nuevas vías para el uso de la radiación en el tratamiento de las neoplasias malignas genitourinarias (Gonzalez-Motta y Roach, 2017; Kishan et al., 2019a; Morgan et al., 2018). En este capítulo se revisan los principios generales y las indicaciones para usar la radiación como componente del tratamiento primario de las enfermedades malignas urológicas. Aunque la radiación también tiene una participación sustancial como adyuvante paliativo, esta información está bien documentada en otra parte y no se revisa en este capítulo (Hansen y Roach, 2018; Bourgeois 3rd et al., 2011; Carl et al., 2019).
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PRINCIPIOS GENERALES DE LA RADIOTERAPIA
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Mecanismos de citotoxicidad
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Se cree que los efectos de la radiación en el tumor y los tejidos normales circundantes están mediados sobre todo por la inducción de roturas no reparadas en la doble cadena del DNA (McMahon y Prise, 2019; Tang et al., 2019). Esto puede atribuirse al impacto directo en la cadena de DNA, pero es probable que más a menudo se deba al efecto secundario de especies de electrones excitadas que se generan en presencia de oxígeno a partir de radicales peróxido. Estas moléculas eliminadoras inestables interactúan luego con bases de los nucleótidos y el daño consecuente al DNA puede conducir a la generación de roturas en la cadena doble de DNA, reparables o no, durante la división mitótica. La radiación de alta transferencia de energía lineal (incluye neutrones, protones, carbono y otras partículas con carga intensa) tiene un mayor efecto biológico por su capacidad para inducir roturas directas físicas en la doble cadena. Sin embargo, como la mayor parte del DNA en una célula no se encuentra en fase de transcripción activa, es posible que el efecto citotóxico de la radiación no se observe hasta que las células radiadas entran en mitosis. Los tejidos normales posmitóticos con baja actividad mitótica, como el corazón, cerebro y médula espinal, tienden a expresar los efectos de la radiación mucho más tarde que las células de los tejidos con división activa, como las células epiteliales que recubren el ...