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INTRODUCCIÓN

En 1897, el médico Robert Taylor declaró: “en el caso de una mujer, el acto sexual, al menos en lo que concierne a su pareja, solo requiere la presencia de un canal mucoso suficientemente largo y completamente abierto”. El Dr. Taylor discutió algunos aspectos de la sexualidad femenina y los medios para mejorar la satisfacción sexual de las mujeres. Sin embargo, concluyó que para muchas de ellas “el placer en el acto sexual no es para excitarse; tampoco hay que lamentarlo, ya que tales mujeres son buenas esposas, madres amorosas y no se sienten tentadas a permanecer en los caminos que el número comparativamente menor de sus congéneres más amorosas a veces encuentran demasiado atrayentes” (Taylor, 1897).

Si bien esto puede parecer desconcertante por la extraña misoginia de las declaraciones de Taylor, el hecho es que más de 120 años después, la comprensión y el interés de las comunidades médicas por la sexualidad femenina permanece muy atrasada respecto a la sexualidad masculina. Existen numerosas razones potenciales para esta disparidad; sin embargo, ya no es aceptable justificar esa desigualdad en el concepto anticuado de que la sexualidad de las mujeres es simplemente más compleja que la de los varones y, por lo tanto, es inescrutable (Shindel y Goldstein, 2016).

BIENESTAR SEXUAL

El concepto de bienestar sexual se ha descrito como (OMS, 2006):

  1. Un estado de bienestar físico, emocional, mental y social en relación con la sexualidad

  2. No solo la ausencia de enfermedad, disfunción o dolencia

  3. Un aspecto importante e integral del desarrollo y la maduración humanas

  4. Un derecho humano

Los problemas físicos y psicológicos pueden afectar el bienestar sexual y disminuyen la calidad de vida (Davison et al, 2009). Dado que el tratamiento de problemas biomédicos es materia de quien otorga la atención médica, estas cuestiones merecen una cuidadosa consideración durante las consultas médicas. Si bien estos problemas físicos y mentales pueden ser el enfoque principal de los proveedores de atención médica, es importante que se consideren los aspectos emocionales y culturales de la sexualidad al brindar asesoramiento y atención a cualquier individuo con inquietudes sexuales.

Las preocupaciones sobre la sexualidad no son infrecuentes en las mujeres que se presentan para recibir atención urológica; además, el interés y la actividad sexual persisten al menos hasta la novena década para algunas mujeres (Elsamra et al, 2010; Waite et al, 2009). Sin embargo, los urólogos y otros médicos rara vez consideran estos problemas durante la práctica habitual (Bekker et al, 2009; Sobecki et al, 2012). Todos los médicos, en particular los especialistas en trastornos urológicos y ginecológicos de la mujer, deben conocer bien la fisiología y fisiopatología de la sexualidad femenina (Shindel y Goldstein, 2016).

RESPUESTA SEXUAL FEMENINA

La respuesta sexual humana ...

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