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La anemia es un problema materno importante durante el embarazo. Los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) definen la anemia como una concentración de hemoglobina <11 g/dL (hematocrito <33%) en el primer o tercer trimestre o una concentración de hemoglobina <10.5 g/dL (hematocrito <32%) en el segundo trimestre. Una mujer embarazada tendrá pérdida de sangre durante el parto y el puerperio, y una mujer anémica está en mayor riesgo de transfusión de sangre y de sus complicaciones relacionadas.
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Durante el embarazo, el volumen de sangre aumenta en cerca de 50% y la masa eritrocitaria en aproximadamente 33%; este incremento relativamente mayor en volumen plasmático provoca menor hematocrito, pero no representa en realidad una anemia.
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Es más común que la anemia durante el embarazo ocurra por deficiencia nutricional ya sea de hierro o de ácido fólico. La anemia perniciosa que se debe a deficiencia de vitamina B12 casi nunca ocurre durante la gestación. Otras anemias que se presentan durante el embarazo incluyen anemia por enfermedad crónica; anemia debida a hemoglobinopatía; anemia hemolítica crónica (p. ej., esferocitosis hereditaria o hemoglobinuria paroxística nocturna) o inducida por fármacos; y anemia aplásica.
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1. Anemia por deficiencia de hierro
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FUNDAMENTOS PARA EL DIAGNÓSTICO
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La deficiencia de hierro es responsable de alrededor de 95% de las anemias durante el embarazo, como reflejo del aumento en las demandas de hierro. El hierro total en el organismo consiste en su mayoría en 1) hierro en la hemoglobina (cerca de 70% de todo el hierro, aproximadamente 1700 mg en una mujer de 56 kg) y 2) hierro almacenado como ferritina y hemosiderina en las células reticuloendoteliales de la médula ósea, bazo y células parenquimatosas del hígado (alrededor de 300 mg). En la mioglobina, el plasma y diversas enzimas existen pequeñas cantidades de hierro. La ausencia de hemosiderina en la médula ósea indica una reducción en las reservas de hierro; este dato es tanto diagnóstico de anemia como uno de los primeros signos de deficiencia de hierro. Los hechos posteriores son un descenso en el hierro sérico, aumento en la capacidad total de fijación de hierro en la sangre y anemia.
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Durante la primera mitad del embarazo es posible que no aumenten en forma significativa los requerimientos de hierro, y la absorción de este elemento a partir de la comida (aproximadamente 1 mg/d) es suficiente para cubrir la pérdida basal de 1 mg/d; sin embargo, en la segunda mitad del embarazo, aumentan los requerimientos de hierro debido a la expansión de la masa eritrocitaria y el rápido crecimiento del feto. El aumento en la cantidad de eritrocitos y mayor masa de hemoglobina demandan cerca de 500 mg de hierro y las necesidades de hierro del feto promedian 300 mg. En consecuencia, ...