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FUNDAMENTOS PARA EL DIAGNÓSTICO
Una masa anexial benigna se refiere no sólo a las anormalidades ováricas, sino también a las masas que se originan en las trompas de Falopio (embarazo ectópico, piosalpinge), en los ovarios (quiste ovárico, abscesos tuboováricos, torsión anexial), en los ligamentos uterinos, las masas uterinas laterales (miomas) y el tracto gastrointestinal (diverticulitis, apendicitis) e, incluso, el sistema urinario (riñón ectópico pélvico).
Las masas anexiales benignas que se originan a partir del sistema genital son comunes en mujeres en el grupo de edad reproductiva y son el resultado de quistes fisiológicos o neoplasias benignas.
La mayoría de las masas anexiales se descubre de manera incidental y su manejo se determina por su presentación.
La valoración de estas masas debe evaluarse según el algoritmo que se muestra en la figura 43–1 y debe incluir una detallada historia clínica, exploración física, pruebas de laboratorio y modalidades imagenológicas.
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Es difícil determinar la frecuencia de los trastornos benignos de los ovarios y las trompas de Falopio en las mujeres porque muchos de estos trastornos pélvicos no son sintomáticos y no se tratan con cirugía. Sin embargo, una vez que se diagnostica un trastorno anexial, es preciso realizar una evaluación meticulosa, comenzando con la historia clínica completa.
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Los antecedentes de la paciente deben incluir su edad y antecedentes familiares, especialmente relacionados con la presencia de cánceres ováricos o de mama familiares. Debe llevarse a cabo una exploración física completa, incluyendo un estudio completo de los ganglios linfáticos y una exploración mamaria, abdominal y pélvica. En muchos casos, los estudios radiológicos, incluyendo una ecografía de pelvis y, en ocasiones, una tomografía computarizada (CT, computed tomography) son de máxima importancia para la valoración de la paciente con una masa anexial (figura 43–1). Una manera de abordar la masa anexial es pensar en ella en relación con la edad de la paciente. En el caso de las mujeres jóvenes, la mayoría de los quistes ováricos son benignos; los quistes foliculares hemorrágicos del cuerpo lúteo y los quistes dermoides son comunes en este grupo etario; sin embargo, deben considerarse las anormalidades tubáricas, incluyendo embarazos ectópicos y secuelas de infección tubárica (cuadro 43–1). Por otra parte, la mayoría de los cánceres ováricos y tubáricos sucede en el periodo posmenopáusico.
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