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Las infecciones microbianas siempre han sido una grave amenaza para las pacientes de obstetricia y ginecología; no obstante, los avances en el tratamiento antimicrobiano han conseguido un descenso en la morbilidad puerperal y posoperatoria y en la mortalidad perinatal. De hecho, el desarrollo de los antibióticos es uno de los avances más importantes en la medicina del siglo XX. Los antibióticos empíricos para las infecciones bacterianas mejoran los síntomas y resultados clínicos. En consecuencia, los médicos los recetan con frecuencia y, a veces, incluso cuando no son necesarios; este enfoque ha conducido a un abuso de los antibióticos que, a su vez, ha provocado la aparición de bacterias multirresistentes. Los médicos deben adoptar un enfoque en el que se administre el tratamiento antibiótico eficaz a aquellas personas con infecciones bacterianas, en tanto que al mismo tiempo se limita su uso cuando no está indicado.
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SELECCIÓN DE ANTIMICROBIANOS
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Existen varias consideraciones pertinentes para la mayoría de las infecciones que se enfrentan en la práctica ginecoobstétrica. En primer término, la mayoría de las pacientes están sanas en términos generales y no presentan ninguna enfermedad debilitante, con excepción de algunas pacientes ancianas y de oncología. En segundo lugar, las vías genitales inferiores (vagina y cuello uterino) tienen una microbiota compleja (p. ej., anaerobios, aerobios grampositivos y gramnegativos, y Candida), en tanto que las vías genitales superiores (útero, trompas de Falopio y ovarios) son estériles. En general, las infecciones de estas últimas ocurren por propagación de la microbiota de las vías genitales inferiores cuando se altera la anatomía del tracto superior (p. ej., por enfermedades de transmisión sexual, cirugía o durante el parto). Es por esa razón que la mayoría de las infecciones, como las que ocurren en el posparto o después de una cirugía y la enfermedad pélvica inflamatoria, son polimicrobianas. En tercer lugar, cuando se sospeche una infección (como absceso pélvico, corioamnionitis), deben obtenerse cultivos y, en general, se recomienda la indicación de tratamiento antibiótico empírico que se dirija a los microorganismos potenciales antes de tener los resultados de los cultivos. En algunas infecciones ginecológicas y debido a las limitaciones de laboratorio, los resultados de los cultivos no están disponibles de manera oportuna o quizá ni siquiera se puedan llevar a cabo. En algunos casos, la intervención quirúrgica (“control del origen”), en lugar del tratamiento antibiótico (“control antibiótico”), es el principal componente del tratamiento. Por último, cuando se seleccionan antibióticos para embarazadas, debe tomarse en cuenta el riesgo potencial para el feto.
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Con la intención de fungir como una guía en la selección de antibióticos, el presente capítulo muestra cinco cuadros relacionados. Los cuadros 46–1 y 46–2 proporcionan la clasificación y dosis de antibióticos β lactámicos específicos y de antibióticos de otras clases. El cuadro 46–3 muestra los efectos adversos principales o graves de los antibióticos de uso común en la práctica ginecoobstétrica y las categorías de riesgo de los antimicrobianos ...