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Después de la fecundación y el tránsito por la trompa de Falopio, el blastocisto normalmente se implanta en el recubrimiento endometrial de la cavidad uterina. La implantación en cualquier otro sitio se considera ectópica. En Estados Unidos, las cifras de una base de datos de seguros y las reclamaciones de Medicaid mostraron tasas de embarazo ectópico de 1.54% y 1.38%, respectivamente, en 2013 (Tao, 2017). La implantación ectópica causa 3% de todas las muertes relacionadas con el embarazo (Creanga, 2017). Por fortuna, las pruebas de gonadotropina coriónica humana β (β-hCG, beta-human chorinic gonadotropin) y la ecografía transvaginal (TVS, transvaginal sonography) ayudan al diagnóstico más temprano, a la supervivencia materna y la conservación de la fertilidad.
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Casi el 95% de todos los embarazos ectópicos se implanta en los diversos segmentos de la trompa de Falopio (fig. 2–14). La ampolla (70%) es el sitio más frecuente (fig. 12–1). La tasa de implantación en el istmo es de 12%, en la fimbria de 11% y en el segmento intersticial del 2% (Bouyer, 2002). Los embarazos ectópicos no tubáricos representan el 5% restante y se implantan en el ovario, cavidad peritoneal, cuello uterino o en la cicatriz de una cesárea previa. En ocasiones, un embarazo multifetal tiene un concepto con implantación uterina normal y otro con implantación ectópica. A esto se le conoce como embarazo heterotópico.
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Para todos los sitios de embarazo ectópico, el tratamiento depende de la viabilidad del embarazo, la edad gestacional, la salud materna, los deseos del embarazo en cuestión y fertilidad futura, de la habilidad del médico y de los recursos disponibles. Cualquiera que sea la localización, las mujeres Rh D negativas con embarazo ectópico deben recibir inmunoglobulina anti-D. En los embarazos en el primer trimestre es adecuada una sola dosis intramuscular de 50 o 120 mcg. En los embarazos más avanzados se aplican 300 mcg (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2019b).
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En la mayoría de los casos de embarazo ectópico tubárico existe alguna anormalidad anatómica de la trompa de Falopio subyacente. Las cirugías para un embarazo tubárico previo, para restauración de la fertilidad o para estilización generan el riesgo más alto. Después de un embarazo ectópico, la probabilidad de otro se aproxima al 10% (de Bennetot, 2012). Otro factor de riesgo es un antecedente de infección tubaria, que puede distorsionar la anatomía tubaria normal. En particular, un episodio de salpingitis puede ir seguido de un embarazo ectópico hasta en 9% de las mujeres (Westrom, 1992). Las adherencias peritubáricas ...