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La culminación natural de la segunda etapa del trabajo de parto es el parto vaginal controlado de un recién nacido sano con traumatismo mínimo para la madre. Aunque en algunas situaciones clínicas se favorece el parto por cesárea, para la mayoría de los fetos es preferible el parto vaginal. Para la madre, el parto de presentación cefálica de vértice vaginal espontáneo representa el menor riesgo de la mayoría de los trastornos maternos; las comparaciones con el parto por cesárea se encuentran en el capítulo 30. Por lo general, el parto es espontáneo, aunque algunas complicaciones maternas o fetales pueden ameritar un parto vaginal instrumental, que se describe en el capítulo 29. Por último, una presentación anómala del feto o un embarazo multifetal en muchos casos permiten el parto vaginal, pero se requieren técnicas especiales. Estas se describen en los capítulos 28 y 48.
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TÉCNICA PARA EL PARTO
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El final de la segunda etapa del trabajo de parto está anunciada por el perineo que empieza a abultarse y se ve la piel cabelluda fetal entre los labios que se separan. La presión perineal por la cabeza fetal induce esfuerzos de pujo reflejos. En este momento, se prepara el personal adicional para atender al recién nacido y se alistan los instrumentos para el parto. La vigilancia de la frecuencia cardiaca fetal continúa. Por ejemplo, un cordón nucal a menudo se ajusta con el descenso fetal y puede causar desaceleraciones variables crecientes. Si la vejiga está distendida, la cateterización puede proporcionar espacio pélvico adicional.
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Durante la segunda etapa del trabajo de parto, las posiciones para el pujo pueden variar. No obstante, para el parto la posición más frecuente es la litotomía dorsal, y a menudo es la más satisfactoria. A menudo se usan soportes o estribos para las piernas como asistencia. Las tasas de laceración perineal fueron iguales con o sin su uso en un estudio aleatorizado de 214 parturientas (Corton, 2012). En esta posición, las piernas no se separan demasiado ni se coloca una más alta que la otra. Las piernas no se atan a los estribos. Esto permite la flexión rápida de los muslos hacia atrás, sobre el abdomen, en caso de distocia de hombro. Las piernas pueden acalambrarse durante el pujo de la segunda etapa y los calambres pueden aliviarse con un estiramiento muscular suave o con un masaje breve.
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La preparación para el parto incluye limpieza vulvar y perineal. Si se desea, se colocan campos estériles para cubrir las piernas y el abdomen, y exponer solo el perineo. El lavado quirúrgico, el uso de bata, guantes, mascarilla y lentes protegen contra agentes infecciosos tanto a la embarazada como al profesional que atiende el parto.
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