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La palabra puerperio procede del latín (puer, niño + parus, parir). Define el tiempo después del parto durante el cual los cambios anatómicos y fisiológicos maternos inducidos por el embarazo regresan al estado no gestacional. Su duración no tiene límites precisos, pero se consideran cuatro a seis semanas. Aunque es mucho menos complejo en comparación con el embarazo, en el puerperio se observan cambios notorios y la morbilidad materna es sorprendentemente común. Por ejemplo, en una encuesta de 1 246 madres británicas, el 3% requirió readmisión en el hospital en las siguientes ocho semanas (Thompson, 2002). Además, casi las tres cuartas partes de las mujeres tienen aún problemas de salud hasta por 18 meses (Glazener, 1995). De las preocupaciones informadas por las pacientes, predominan el dolor, la lactancia y los temas psicosociales. En el cuadro 36–1 se muestran los datos del Pregnancy Risk Assessment Surveillance System (PRAMS) de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) sobre dichos temas.
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Debido a que las semanas posteriores al parto son un periodo crítico para la mujer y el recién nacido, el American College of Obstetricians and Gynecologists (2018a) formuló el concepto de “cuarto trimestre”. Este concepto refuerza la importancia de las 12 semanas posteriores al nacimiento; los componentes de este modelo se describen en el cuadro 36–2. En consecuencia, la consulta posparto integral incluye una valoración completa de los aspectos físicos, sociales y psicológicos de bienestar.
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Se recomienda una consulta inicial a las tres semanas luego del parto y una consulta final a la duodécima. En este lapso pueden programarse otras consultas según sea necesario. Por ejemplo, las mujeres con hipertensión crónica, diabetes sintomática, enfermedad cardiovascular y depresión pueden requerir atención multidisciplinaria adicional durante este periodo. En el puerperio, toda paciente debe recibir orientación sobre cambios positivos en el estilo de vida ...