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INTRODUCCIÓN

Cualquiera de las muchas neoplasias que se observa en la mujeres de edad reproductiva puede complicar el embarazo. Por fortuna, la mayor parte de estas neoplasias es benigna y las más frecuentes son los leiomioas uterinos y los quistes de ovario. Sin embargo, la frecuencia del cáncer es de 1 caso por 1 000 a 2 000 embarazos (Korenaga, 2020; Ma, 2020). Una tercera parte se diagnostica en la etapa prenatal y el resto en los primeros 12 meses siguientes al parto. La distribución de esta frecuencia se muestra en la figura 66–1 (de Haan, 2018). En otra publicación de la Cáncer Research Network, los cánceres de mama constituyen 25% y los cánceres de tiroides, 20%. El melanoma y los cánceres hematológicos y cervicouterinos contribuyen, cada uno, 10% (Cottreau, 2019).

Figura 66–1

Distribución del cáncer en 1 170 embarazadas según la International Network on Cáncer, Infertility, and Pregnancy (INCIP).

Durante el embarazo, el tratamiento oncológico supone problemas particulares relacionados con problemas fetales y se debe individualizar. Algunos temas que deben considerarse son el tipo y estadio del cáncer, el deseo de continuar con el embarazo y los riesgos propios de modificar o retrasar el tratamiento oncológico. Por último, algunos resultados adversos del embarazo se han vinculado en general con embarazadas con cáncer (Ma, 2020; Momen, 2018).

TRATAMIENTO DEL CÁNCER DURANTE EL EMABARAZO

Cirugía

En ocasiones está indicada la cirugía para establecer el diagnóstico, estadificación y tratamiento del cáncer. Por fortuna, la mayor parte de las cirugías no interfiere con el aparato reproductivo y es bien tolerada tanto por la madre como por el feto (cap. 49). Si bien muchas cirugías de manera clásica se difieren hasta después de las 12 a 14 semanas de la gestación para reducir al mínimo el riesgo de un aborto, esto es quizá innecesario. Los autores consideran que la cirugía se debe realizar a cualquier edad gestacional si peligra el bienestar de la madre.

Tanto el embarazo como el cáncer son factores de riesgo de tromboembolia venosa (VTE, venous thromboembolism). En un estudio, el riesgo de VTE en embarazadas con leucemia mieloide, enfermedad de Hodgkin, cáncer cervicouterino y cáncer ovárico fue mayor que en las embarazadas sin cáncer (Bleau, 2016). Las guías actuales no incluyen recomendaciones específicas para las embarazadas que se operan por un cáncer. Por consiguiente, dependiendo de la complejidad de la cirugía planeada, es razonable considerar la heparina de bajo peso molecular profiláctica combinada con medias elásticas, con compresión neumática intermitente o ambas (cap. 55).

Estudios de imagen

Durante el embarazo la técnica imagenológica preferida es la ecografía. No obstante, el American College ...

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