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Los trastornos hipertensivos comprenden la preeclampsia, hipertensión gestacional e hipertensión crónica y complican hasta 10% de los embarazos. Como grupo, forman parte de la tríada mortal, junto con la hemorragia y la infección, que contribuye en gran medida a la morbilidad materna (Judy, 2019).
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La preeclampsia, ya sea sola o combinada con hipertensión crónica, es la más peligrosa. En Estados Unidos, entre 2011 a 2015, 7% de las muertes maternas relacionadas con el embarazo fueron causadas por preeclampsia o eclampsia (Petersen, 2019). La mayoría de las muertes relacionadas con la hipertensión se considera prevenible (Katsuragi, 2019). En respuesta, la Joint Commission (2019) que acredita hospitales, ahora exige rastrear el diagnóstico de la hipertensión y tratarla en forma oportuna.
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En 2018, el National Heart, Lung, and Blood Institute organizó un taller para estudiar la preeclampsia. Se basaba en las investigaciones previas del Grupo Especial en Hipertensión del Embarazo del American College of Obstetricians and Gynecologists (2013). Su finalidad era revisar temas sobre todos los aspectos de la preeclampsia y recomendar áreas para la investigación futura. Muchos de estos temas se describen a lo largo de este capítulo y en el capítulo 41.
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TERMINOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO
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Para reglamentar la clasificación de los trastornos hipertensivos del embarazo, el American College of Obstetricians and Gynecologists (2013, 2020), describe cuatro tipos de enfermedades hipertensivas:
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Síndrome de preeclampsia y eclampsia
Hipertensión crónica por cualquier causa
Preeclampsia superpuesta a una hipertensión crónica
Hipertensión gestacional, en que no aparece evidencia definitiva del síndrome de preeclampsia y la hipertensión desaparece hacia la semana 12 del puerperio.
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La finalidad de esta clasificación es diferenciar al síndrome de preeclampsia, que tiene potencial más sombrío que otros trastornos hipertensivos.
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Diagnóstico de los trastornos hipertensivos
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La hipertensión se diagnostica de manera empírica cuando las presiones sistólica y diastólica exceden 140 mmHg y 90 mmHg, respectivamente. Para definir la presión diastólica se utiliza la quinta fase de Korotkoff.
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En el pasado para las embarazadas, el incremento de 30 mmHg en la presión sistólica o 15 mmHg en la presión diastólica por arriba de los valores obtenidos a la mitad del embarazo también se utilizaban como criterios de diagnóstico, incluso cuando los valores absolutos fueran < 140/90 mmHg. Estos cambios progresivos ya no se utilizan para definir a la hipertensión. No obstante, es razonable vigilar la presión arterial en estas embarazadas puesto que llegan a aparecer convulsiones eclámpticas en algunas cuya presión ha permanecido por debajo de 140/90 mmHg (Alexander, 2006).
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En otros casos, las presiones arteriales medias que se elevan de repente, pero aún permanecen dentro de los límites normales, “hipertensión delta”, a veces indican preeclampsia (Macdonald-Wallis, 2012; Zeeman, 2007).
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