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Los trastornos del hígado, vesícula biliar y páncreas constituyen una lista enorme de complicaciones posibles durante el embarazo. Algunas de ellas provienen de enfermedades preexistentes y otras son exclusivas de la gestación. Las relaciones de varias de estas con el embarazo son interesantes y desafiantes.
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Las enfermedades hepáticas que complican al embarazo se clasifican en tres categorías. La primera comprende a las que son exclusivas del embarazo y desaparecen de manera espontánea o después del parto. Algunos ejemplos son la hiperemesis gravídica, colestasis intrahepática, esteatosis hepática aguda y síndrome de HELLP, caracterizado por hemólisis, enzimas hepáticas elevadas y recuento plaquetario reducido. La segunda categoría comprende a los trastornos hepáticos que coinciden con el embarazo, como la hepatitis viral aguda. La última comprende a enfermedades hepáticas crónicas previas al embarazo, como hepatitis viral o autoinmunitaria crónica, cirrosis o várices esofágicas.
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Los análisis ayudan a distinguir a estos trastornos. La disfunción hepática por hiperemesis gravídica se manifiesta en ocasiones por elevación sérica leve de la bilirrubina y aminotransferasa (cap. 54). Otras que se mencionan en el cuadro 58–1 se acompañan de hallazgos más pronunciados. Un ejemplo es el síndrome de preeclampsia grave, descrito en el capítulo 40, que a veces se complica con síndrome de HELLP y rara vez ocasiona insuficiencia hepática (Casey, 2020).
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