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En las mujeres de edad reproductiva, la prevalencia de la hipertensión se acerca a 6% (Centers for Disease Control and Prevention, 2017). Por consiguiente, no resulta sorprendente observar que la hipertensión crónica es una de las complicaciones más graves y frecuentes identificadas durante el embarazo. En un estudio de más de 56 millones de nacimientos, la frecuencia fue de 1.8% (Bateman, 2012). La hipertensión crónica complicó a 2.3% de los embarazos en los datos del Medicaid Analytic Extract (Bateman, 2015). A pesar de que la prevalencia ha aumentado de 1970 a 2010, aún no se ha estudiado bien el mejor tratamiento (Ananth, 2019).
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Por lo general, la hipertensión crónica mejora al principio del embarazo. En adelante la evolución es variable y algunas veces incluso aparece preeclampsia superpuesta. Esta última conlleva riesgos importantes de morbilidad y mortalidad materna y perinatal.
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La presión arterial es una variante biológica poligénica que difiere en las distintas poblaciones. También existen numerosos factores epigenéticos que influyen en las diferencias de penetrancia entre las personas. Además, ciertas características clínicas, como la mayor edad y el peso, se correlacionan con las presiones ascendentes. Por último, la presión arterial en reposo no refleja las actividades diarias. Por consiguiente, los adultos tienen un intervalo muy amplio de presiones arteriales normales, lo que dificulta aún más la definición de la hipertensión.
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Definición y clasificación
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En términos lógicos, la hipertensión crónica se definiría como un valor determinado de presión arterial sostenida en reposo acompañada de efectos adversos agudos o de largo plazo. La mayoría de los clínicos considera que 140/90 mmHg es el límite superior normal. En Estados Unidos, estos valores se derivaron sobre todo de las tablas actuariales de los seguros de vida elaboradas a partir de datos de hombres caucásicos. Estas “normas” no toman en consideración el grupo étnico, el género y otras variantes. Kotchen (2018) subraya la importancia de la raza y asegura que la frecuencia de la hipertensión (definida como una presión arterial > 140/90 mmHg) es de 34% entre las americanas de raza negra, 29% entre los caucásicos y 21% entre los estadounidenses de origen mexicano.
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Durante muchos años, el Joint National Committee emitió guías para el diagnóstico y el tratamiento de la hipertensión crónica. En fecha reciente, una coalición dirigida por el American College of Cardiology y la American Heart Association publicó criterios para el diagnóstico de la hipertensión (cuadro 53–1) (Whelton, 2018).
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