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Los fármacos antipsicóticos se utilizan en la esquizofrenia y también son eficaces en el tratamiento de otras psicosis y estados de agitación; su eficacia ha llevado a varias hipótesis que relacionan trastornos transmisores específicos con la etiología de la esquizofrenia. Los medicamentos más antiguos (de primera generación, también denominados antipsicóticos típicos) tienen una alta afinidad por los receptores de la dopamina D2, por lo que una de las primeras hipótesis postulaba un trastorno de la transmisión de la dopamina como factor principal. Los antipsicóticos más nuevos (de segunda generación, también llamados antipsicóticos atípicos) tienen mayor afinidad por los receptores de serotonina 5-HT2, lo que sugiere que los trastornos que involucran a este transmisor son patógenos; en algunos estudios también se ha implicado el glutamato.
Aunque la esquizofrenia no se cura con la farmacoterapia, los síntomas, incluidos trastorno del pensamiento, abstinencia emocional y alucinaciones o delirios, pueden mejorarse con los antipsicóticos. Desafortunadamente, a menudo se necesita un tratamiento prolongado (años) y tal vez resulte en una toxicidad grave en algunos pacientes. El trastorno bipolar (antes llamado trastorno maniaco-depresivo) podría relacionarse con el trastorno esquizoafectivo como un proceso continuo. En el trastorno afectivo bipolar, aunque el litio ha sido el pilar del tratamiento durante muchos años, es cada vez mayor el uso de agentes antipsicóticos más nuevos y de varios fármacos anticonvulsivos. Otras indicaciones incluyen el síndrome de Tourette y algunas formas de demencia con agitación.

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FÁRMACOS ANTIPSICÓTICOS
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Los antipsicóticos de primera generación constituyen varios subgrupos químicos que incluyen las fenotiazinas (p. ej., clorpromazina, tioridazina, flufenazina), tioxantenos (p. ej., tiotixeno) y butirofenonas (p. ej., haloperidol).
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Los antipsicóticos atípicos de segunda generación establecidos tienen estructuras heterocíclicas variadas e incluyen la clozapina, olanzapina, risperidona, quetiapina, ziprasidona y aripiprazol. En el cuadro 29–1 se listan algunos fármacos de segunda generación aprobados hace poco. En algunos pacientes, estos antipsicóticos atípicos quizá sean más eficaces y, a menudo, menos tóxicos que los fármacos más antiguos; varios están disponibles en forma genérica.
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Los antipsicóticos se absorben bien cuando se administran por vía oral y, debido a que son liposolubles, ingresan sin dificultad al sistema nervioso central (CNS, central nervous system) y a la mayoría de los demás tejidos corporales; muchos exhiben una unión amplia a las proteínas plasmáticas. Estos fármacos requieren el metabolismo de las enzimas hepáticas antes de su eliminación, y tienen vidas medias plasmáticas prolongadas que permiten administrarlos una vez al día. En algunos casos, otros fármacos que inhiben las enzimas del citocromo P450 prolongan la vida media de los agentes antipsicóticos. Las formas parenterales de algunos agentes (p. ej., flufenazina, haloperidol, ziprasidona, olanzapina y aripiprazol) están disponibles para el inicio rápido del tratamiento, el uso en pacientes que no cooperan o el tratamiento prolongado.
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C. Mecanismo de acción
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