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En el páncreas endocrino, los islotes de Langerhans producen varios tipos de hormonas incluidas insulina, la hormona anabólica (producida por las células B o beta); glucagón, el factor hiperglucémico (células A o alfa); amilina, que modula el apetito (células beta); somatostatina, el inhibidor universal de las secreciones (células delta), y el polipéptido pancreático, que facilita la digestión (células F). De éstas, las células B (productoras de insulina) son las más numerosas.
La enfermedad pancreática más común que requiere tratamiento farmacológico es la diabetes mellitus, una deficiencia en la producción o efecto de la insulina. La diabetes se trata con varias formulaciones parenterales de insulina y agentes antidiabéticos no insulínicos orales o parenterales. El glucagón, una hormona que afecta el hígado, el sistema cardiovascular y el tubo digestivo, se utiliza para tratar la hipoglucemia grave.

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La diabetes mellitus se clasifica en cuatro categorías: tipo 1, tipo 2, otras, y diabetes mellitus gestacional; este capítulo se enfoca en los tipos 1 y 2. Por lo general, la diabetes tipo 1 comienza durante la niñez y es consecuencia de la destrucción autoinmunitaria de las células B pancreáticas. La diabetes tipo 2 es un trastorno progresivo que se caracteriza por un aumento de la resistencia a la insulina y una disminución de la capacidad secretora de esta hormona. La diabetes autoinmunitaria latente de la edad adulta (LADA, latent autoimmune diabetes of adulthood) es una forma autoinmunitaria leve que se encuentra en 10–15% de los pacientes con diabetes tipo 2; ésta se vincula con frecuencia con la obesidad y es mucho más frecuente que la diabetes tipo 1. Aunque la diabetes tipo 2 suele comenzar en la edad adulta, la incidencia en niños y adolescentes se ha incrementado de forma impresionante, en paralelo con el aumento de la obesidad en esta población.
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La historia clínica y el curso de ambas formas exhiben diferencias considerables, pero el tratamiento en ambos casos requiere una atención cuidadosa a la dieta, las concentraciones sanguíneas de glucosa en ayuno y posprandiales, y las concentraciones séricas de hemoglobina A1c, una hemoglobina glucosilada que sirve como marcador de la glucemia crónica. La diabetes tipo 1 requiere tratamiento con insulina. En general, las primeras etapas de la diabetes tipo 2 se pueden controlar con medicamentos antidiabéticos no insulínicos; sin embargo, a menudo los pacientes en las últimas etapas de la diabetes tipo 2 requieren la adición de insulina a su régimen de medicamentos.
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