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El sistema nervioso autónomo (SNA) se distribuye en todo el neuroeje y llega a todos los órganos y sistemas. Regula la presión arterial (BP, blood pressure), frecuencia cardiaca, sueño y funciones glandular, pupilar, vesical e intestinal. Mantiene la homeostasis orgánica y opera automáticamente; su importancia completa se reconoce solo si se altera la función del SNA, lo que causa disautonomía. La disautonomía puede ser producto de un trastorno primario del sistema nervioso central o periférico, o de una causa no neurógena. No es raro que esté presente más de un contribuyente; por ejemplo, los efectos aditivos de un medicamento en un paciente con diabetes mellitus, la insuficiencia cardiovascular o el envejecimiento normal pueden ser determinantes. Es útil caracterizar la disautonomía por su tiempo de evolución (aguda, subaguda o crónica; progresiva o estática), su gravedad y de acuerdo a si las manifestaciones son continuas o intermitentes. Las alteraciones del eje hipotalámico que alteran la homeostasia se exponen en los capítulos 18 y 378.
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ORGANIZACIÓN ANATÓMICA
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La actividad del SNA es regulada por diversos estímulos aferentes provenientes del sistema nervioso central (SNC). Después de que se integra la información de ese tipo en las estructuras centrales, se ajustan los impulsos eferentes del sistema autónomo para permitir la función de los aparatos y sistemas, con arreglo a las necesidades del organismo en su totalidad. Las conexiones entre la corteza cerebral y los centros del sistema autónomo en el tallo cerebral coordinan la salida de impulsos de dicho sistema con las funciones mentales superiores.
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Las neuronas preganglionares del sistema parasimpático salen del SNC a través del III, VII, IX y X pares craneales, y también a través del segundo y tercer nervios sacros, en tanto que las neuronas preganglionares del sistema simpático salen de la médula espinal entre el primer segmento torácico y el segundo lumbar (fig. 440–1). Las fibras preganglionares autonómicas tienen una vaina delgada de mielina. Las neuronas posganglionares situadas en ganglios fuera del SNC dan origen a los nervios posganglionares amielínicos del sistema autónomo, que inervan órganos y tejidos de todo el cuerpo. Las respuestas a los estímulos simpáticos y parasimpáticos suelen ser antagónicas (cuadro 440–1) y reflejan interacciones de una alta coordinación dentro del SNC; los cambios resultantes en la actividad de los dos sistemas permiten el control más exacto de las respuestas de tipo autónomo, en comparación con lo que podría lograrse por la regulación de un sistema aislado. En general, la respuesta de “lucha o huida” es consecuencia de una mayor actividad simpática, mientras que la respuesta de “descanso y digestión” refleja una mayor actividad parasimpática.
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