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INTRODUCCIÓN

En este capítulo se revisan los principios generales para la valoración y tratamiento de las víctimas de envenenamiento por víboras venenosas y animales marinos. Como la incidencia de estas picaduras y mordeduras graves es relativamente baja en los países desarrollados, falta investigación clínica relevante; como consecuencia, la toma de decisiones terapéuticas a menudo se basa en información anecdótica.

MORDEDURAS POR VÍBORAS VENENOSAS

EPIDEMIOLOGÍA

Las víboras venenosas en el mundo pertenecen a las familias Viperidae (subfamilia Viperinae: víboras del viejo continente; subfamilia Crotalinae: víboras del nuevo continente y víboras asiáticas), Elapidae (lo que incluye cobras, serpientes de coral, serpientes marinas, Bungarus [kraits] y todas las víboras venenosas australianas), Lamprophiidae (subfamilia Atractaspidinae: víboras de madriguera) y Colubridae (una gran familia en la cual la mayor parte de las especies no son venenosas y solo unas cuantas son venenosas para los seres humanos en un grado peligroso). La mayor parte de las mordeduras por víbora ocurren en países en vías de desarrollo con climas templados y tropicales, en los cuales la población subsiste de la agricultura y pesca (fig. 460–1). Cálculos recientes indican que en todo el mundo ocurren entre 1.2 y 5.5 millones de mordeduras por víbora cada año, con 421 000 a 1 200 000 envenenamientos y 81 000 a 138 000 defunciones. Este amplio intervalo refleja los retos de obtener datos precisos en las regiones más afectadas por víboras venenosas; muchas de las víctimas no buscan tratamiento hospitalario o no tienen acceso suficiente al antídoto, y los reportes y registros suelen ser imprecisos.

FIGURA 460–1

Distribución geográfica de las víboras venenosas.

ANATOMÍA E IDENTIFICACIÓN DE LA VÍBORA

El aparato típico de suministro de veneno en las víboras consiste en glándulas bilaterales de veneno situadas por debajo y por detrás de los ojos y conectadas por conductos a colmillos maxilares anteriores huecos. En los vipéridos estos colmillos son largos y muy móviles; se retraen contra el techo de la boca cuando la víbora se encuentra en reposo y se colocan en posición erecta al preparar la mordida. En los elápidos, los colmillos son más pequeños y están relativamente fijos en posición erecta, lo que resulta en menos heridas definidas después del envenenamiento. Los colúbridos no poseen glándulas venenosas, pero sí estructuras homólogas, conocidas como glándulas de Duvernoy. Casi 20% a 25% de las mordeduras por víbora y un elevado porcentaje de otros tipos de mordedura (hasta 75% para las serpientes marinas) son mordeduras “secas”, es decir, no se inyecta veneno.

La diferenciación de especies de víboras venenosas y no venenosas puede ser difícil. La identificación de las víboras venenosas por el patrón de color es notablemente confuso, ya que muchas víboras no peligrosas poseen patrones de color que simulan estrechamente los de ...

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