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Las enfermedades causadas por calor comprenden un espectro de trastornos que van desde el síncope y calambres musculares y agotamiento por calor hasta ciertas urgencias médicas como la insolación. La temperatura central por lo general se mantiene dentro de un margen estrecho. El cuerpo humano tolera una hipotermia considerable (cap. 464), pero por arriba de 41 a 43 C se presenta disfunción de órganos múltiples. A diferencia de la hipertermia pronunciada, la fiebre, el signo más frecuente, refleja una termorregulación íntegra.
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El ser humano genera una cantidad considerable de calor. El ejercicio extenuante incrementa hasta 20 veces la generación de calor. La carga térmica por producción metabólica y absorción ambiental de calor se equilibra gracias a una serie de mecanismos para disipar el calor. Estas vías de disipación se regulan por el termostato central, situado en el núcleo preóptico del hipotálamo anterior. Las señales eferentes enviadas a través del sistema nervioso autónomo desencadenan vasodilatación cutánea y diaforesis para facilitar la pérdida de calor.
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Por lo general, el cuerpo elimina calor hacia el ambiente por medio de cuatro mecanismos. El sistema más eficaz para perder calor es la evaporación de la humedad cutánea, pero su eficacia disminuye en forma progresiva conforme la humedad relativa se eleva > 70%. Por otro lado, continuamente se irradia energía electromagnética infrarroja de forma directa hacia el ambiente circundante. (Por el contrario, la radiación constituye una fuente importante de calor en los climas cálidos.) La conducción, definida como la transferencia directa de calor hacia un objeto más frío, y la convección, que es la transferencia de calor hacia corrientes de aire, pierden eficacia cuando la temperatura ambiental es mayor que la temperatura cutánea.
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Los factores que interfieren con la evaporación de la diaforesis incrementan de manera considerable el riesgo de sufrir algún trastorno por el calor. Algunos ejemplos son las gotas de sudor sobre la piel, ropa apretada o hermética, deshidratación y humedad excesiva. Si bien el aire constituye un aislante eficaz, la conducción térmica del agua es 25 veces mayor que la del aire a la misma temperatura. La temperatura de condensación es un índice que se utiliza con frecuencia para valorar la carga térmica ambiental. Dentro de este cálculo se toma en consideración la temperatura del aire ambiental, la humedad relativa y el grado de calor irradiado.
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La regulación de esta carga térmica es compleja y abarca el sistema nervioso central (SNC), termosensores y efectores termorreguladores. El termostato central activa a los efectores que provocan vasodilatación periférica y diaforesis. La superficie cutánea es, en efecto, el radiador y el sitio principal desde donde se pierde calor, puesto que la irrigación cutánea puede aumentar entre 25 y 30 veces por arriba de la basal. Este aumento espectacular de la irrigación cutánea, combinado con la conservación de la vasodilatación periférica, irradia calor con eficacia. Al ...