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El diagnosticar las enfermedades de los pacientes es la esencia de la medicina. Los pacientes acuden a los médicos en busca de una respuesta a la pregunta, “¿qué está mal conmigo?” Lo ideal es que ningún médico intente tratar a un paciente sin conocer el diagnóstico o, peor aún, tratar de manera incorrecta una enfermedad mal diagnosticada. Desde los primeros momentos en la escuela de medicina, la expedición definitoria para convertirse en un médico conocedor y competente es aprender cómo establecer un diagnóstico a los síntomas y hallazgos físicos de un paciente, y los médicos se enorgullecen de hacer “buenos diagnósticos”. No obstante, aunque el paradigma centenario de dominar una larga lista de enfermedades, comprender su fisiopatología y conocer las maneras cardinales en que se manifiestan mediante signos y síntomas, todavía tiene importancia fundamental, se pone en duda por las nuevas percepciones iluminadas por un brillante reflector en errores diagnósticos. Las enfermedades básicas de la medicina interna, como el asma, embolia pulmonar, insuficiencia cardiaca congestiva, convulsiones, accidentes cerebrovasculares, aneurismas rotos, depresión y cáncer, se acompañan de tasas alarmantemente altas de diagnósticos erróneos, a menudo 20% a 50% de los pacientes tiene un diagnóstico erróneo de estas enfermedades (diagnósticos positivos falsos) o quedan sin diagnóstico o con un diagnóstico tardío (negativos falsos). ¿Cómo y por qué los médicos se equivocan tan a menudo y qué puede hacerse para identificar y tratar el problema del diagnóstico tardío o el diagnóstico erróneo?
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El diagnóstico es un arte ancestral y una ciencia moderna. Sin embargo, la ciencia actual del diagnóstico va mucho más allá de lo que suele venir a la mente de los médicos y los pacientes cuando evocan a imágenes de tecnologías moleculares, genéticas o de imágenes de vanguardia. Es igual de probable que las mejoras en el diagnóstico provengan de otras áreas, muchas con orígenes fuera de la medicina, así como de las modalidades avanzadas de pruebas diagnósticas. Estas ciencias diversas que el campo de la seguridad diagnóstica ha, y debe, aprovechar incluyen ingeniería en sistemas y de factores humanos, ciencia de la confiabilidad, psicología cognitiva, ciencias de la decisión, ciencia forense, epidemiología clínica, investigación en servicios de la salud, análisis de decisiones, medicina en red, teoría de sistemas de la salud y aprendizaje, sociología médica, dinámica y comunicación en equipo, evaluación y comunicación de riesgo, gestión de la información y el conocimiento, y tecnología de información de la salud, en particular la inteligencia artificial y el apoyo a las decisiones clínicas. Es probable que un médico clínico que lea este capítulo considere abrumadora esta lista de dominios superpuestos e interrelacionados. Sin embargo, en lugar de sentirse abrumados, los autores alientan a los lectores a considerarlos como apoyos de la ciencia básica que al final facilitarán su vida y harán que su diagnóstico sea más exacto y oportuno. En lugar de sentirse intimidados, los médicos clínicos deben tener una sensación de alivio y tranquilidad al comprender que un buen ...