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Las funciones normales del riñón tienen lugar gracias a múltiples procesos celulares que mantienen la homeostasis del organismo. Cuando alguna de esas funciones se altera, puede haber anomalías que afecten la supervivencia. Las manifestaciones clínicas de esas consecuencias nocivas dependen de la fisiopatología de las lesiones renales y muchas veces se reconocen desde el principio por un conjunto de síntomas, signos físicos anormales y alteraciones en los datos de laboratorio que constituyen un síndrome específico. Esos síndromes renales (cuadro 52–1) pueden ser la consecuencia de alguna enfermedad general o de un trastorno primario del riñón. Los síndromes nefrológicos por lo general constan de varios elementos que reflejan los procesos patológicos de fondo e incluyen típicamente uno o más de los siguientes: 1) reducción de la tasa de filtración glomerular (GFR, glomerular filtration rate); 2) anomalías del sedimento urinario (eritrocitos [RBC, red blood cells], leucocitos [WBC, white blood cells], cilindros y cristales); 3) excreción anormal de las proteínas séricas (proteinuria); 4) alteraciones del volumen urinario (oliguria, anuria, poliuria); 5) presencia de hipertensión o expansión del volumen total de líquido corporal (edema); 6) anomalías electrolíticas, y 7) en algunos síndromes con fiebre/dolor. La combinación específica de estas manifestaciones permite identificar alguno de los principales síndromes renales (cuadro 52–1) y disminuir el número de entidades patológicas en el diagnóstico diferencial para determinar los métodos de valoración diagnóstica y decidir el tratamiento. Todos estos síndromes y las enfermedades con ellos vinculadas se estudian de manera detallada en los capítulos siguientes. El presente capítulo se centra en diversos aspectos de las alteraciones renales cuya importancia es decisiva para diferenciar estos cuadros clínicos y que son: 1) reducción del GFR, 2) alteraciones del sedimento urinario, con o sin eliminación de proteínas y 3) cambios del volumen urinario.
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