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INTRODUCCIÓN

El reto en la exploración de la piel radica en diferenciar entre datos normales y anormales, entre hallazgos significativos y triviales y en integrar los signos y síntomas pertinentes en un diagnóstico diferencial apropiado. El hecho de que el órgano más grande del cuerpo sea visible constituye tanto una ventaja como una desventaja para el médico. Es una ventaja porque no se necesitan instrumentos especiales y porque puede obtenerse una biopsia de la piel con baja morbilidad. Sin embargo, el observador casual puede confundirse con diversos estímulos y pasar por alto signos sutiles e importantes de enfermedades sistémicas o de la piel. Por ejemplo, puede resultar difícil reconocer diferencias menores en el color y la forma del melanoma (fig. 56–1) de un nevo melanocítico benigno (fig. 56–2). Se han creado diversos términos descriptivos para identificar las lesiones cutáneas (cuadros 56–1, 56–2 y 56–3; figura 56–3), que ayudan a interpretarlas y a formular el diagnóstico diferencial (cuadro 56–4). Por ejemplo, una pápula con descamación, que se observa en la psoriasis o en la dermatitis atópica, coloca al paciente en una categoría diagnóstica diferente que una pápula hemorrágica, la cual podría indicar vasculitis o septicemia (figs. 56–4 y 56–5, respectivamente). También es importante distinguir entre lesiones cutáneas primarias y secundarias. Si el médico se centra en las erosiones lineales que se extienden sobre una zona de eritema y descamación, puede suponer de manera errónea que la erosión es la lesión primaria y que el eritema y la descamación son secundarios, aunque la interpretación correcta sería que el paciente padece una dermatitis eccematosa pruriginosa y las erosiones han sido producidas por el rascado.

FIGURA 56–1

Melanoma superficial que se extiende. Es el tipo de melanoma más frecuente. Estas lesiones tienen casi siempre carácter asimétrico, irregularidad de bordes, diversidad de colores (negro, azul, pardo, rosa y blanco), >6 mm de diámetro y antecedentes de modificaciones (como aumento de tamaño o aparición de síntomas coexistentes, como prurito o dolor).

FIGURA 56–2

Nevo nevomelanocítico. Los nevos son proliferaciones benignas de nevomelanocitos, caracterizadas por máculas o pápulas hiperpigmentadas, con bordes regulares y color uniforme.

FIGURA 56–3

Esquema de algunas lesiones primarias y frecuentes de la piel (cuadro 56–1).

FIGURA 56–4

Vasculitis necrosante. Pápulas purpúricas palpables en las piernas de un paciente con vasculitis cutánea de vasos finos. (Por cortesía de Robert Swerlick, MD, reproducida con autorización.)

FIGURA 56–5

Meningococcemia. Ejemplo de meningococcemia fulminante con placas purpúricas angulares extensas. (Por cortesía de Stephen E. Gellis, MD, reproducida con autorización.)

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