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Los fármacos utilizados para el tratamiento de las infecciones micobacterianas, como tuberculosis (TB), lepra e infecciones por micobacterias no tuberculosas (NTM, nontuberculous mycobacteria), se administran en regímenes múltiples por periodos prolongados. Hasta ahora, se han identificado > 160 especies de micobacterias, muchas de las cuales no causan enfermedad en seres humanos. Aunque la incidencia de la enfermedad causada por Mycobacterium tuberculosis ha disminuido en Estados Unidos, la tuberculosis (TB) se mantiene como una de las causas principales de morbilidad y mortalidad en países en desarrollo, sobre todo en África subsahariana y Asia, donde prevalece la epidemia por VIH. Una infraestructura bien organizada para el diagnóstico temprano y tratamiento de la infección y enfermedad tuberculosas, así como el desarrollo de regímenes farmacológicos y de vacunas eficaces son medidas vitales en las estrategias globales para el control de la tuberculosis (cap. 472 y 474). Las infecciones con NTM han ganado relevancia clínica en Estados Unidos y otros países desarrollados. Estos microorganismos más bien ambientales a menudo infectan a personas inmunodeprimidas o con neumopatía estructural.
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El caso humano más antiguo registrado de TB data de hace 9 000 años. Las modalidades terapéuticas iniciales, como las sangrías, fueron sustituidas finales del siglo XIX por el internamiento de los pacientes en sanatorios (centros de descanso y recuperación) que se centraban en suministrar aire fresco, nutrición y reposo en cama para el tratamiento de los pacientes con tuberculosis, que se acompañaba del beneficio de aislamiento de los individuos afectados. El descubrimiento de la estreptomicina en 1943 inició la era del tratamiento antibiótico de la TB. En las décadas siguientes, el descubrimiento de más fármacos y el uso de regímenes múltiples permitieron el acortamiento progresivo del curso terapéutico, de años a solo seis meses para la TB susceptible a fármacos. La infección TB latente (LTBI, latent tuberculous infection) y la TB activa se diagnostican mediante la anamnesis, exploración física, radiografías, prueba cutánea con tuberculina, pruebas de liberación de interferón γ, tinción acidorresistente, cultivos micobacterianos y nuevos diagnósticos moleculares. La infección tuberculosa latente se trata con isoniacida más rifapentina (semanalmente por tres meses), rifampicina (una vez al día durante cuatro meses), isoniacida más rifampicina (administración diaria por tres meses) o isoniazida (de forma óptima cada 24 h o dos veces por semana durante seis a nueve meses) (cuadro 181–1). El régimen semanal de tres meses de duración con isoniacida y rifapentina es el tratamiento de elección en niños > 2 años de edad y en todos los adultos, lo que incluye individuos positivos para VIH. El régimen no se recomienda para embarazadas y para personas con reacciones de hipersensibilidad a la isoniacida o rifampicina. La duración más corta de los regímenes con rifamicina (rifampicina sola por cuatro meses o por tres meses en combinación con isoniacida) a la fecha son la modalidad preferida para el tratamiento de ...