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El cateterismo cardiaco y la angiografía coronaria se consideran el “estándar de oro” en la valoración de la anatomía y la fisiología del corazón y sus vasos. En 1929, Forssmann demostró la posibilidad de realizar el cateterismo cardiaco en seres humanos cuando introdujo una sonda vesical en una vena de su propio brazo y de ahí a la aurícula derecha, corroborando su posición en el corazón por una radiografía. En la década de 1940, Cournand y Richards aplicaron dicha técnica a pacientes con enfermedad cardiovascular para valorar la función cardiaca. En 1956 estos tres médicos mencionados recibieron el Premio Nobel. En 1958, Sones practicó de manera inadvertida la primera angiografía coronaria selectiva cuando un catéter en el ventrículo izquierdo (LV, left ventricle) se desplazó a través de la válvula aórtica hasta situarse en la arteria coronaria derecha e inyectaron 40 mL de medio de contraste por dicho vaso. El angiograma resultante permitió destacar los detalles anatómicos de la arteria no conocidos hasta la fecha, y sin producirse efectos adversos en el paciente. Sones siguió su trabajo y pasó a desarrollar catéteres coronarios selectivos que fueron modificados por Judkins, quien elaboró catéteres preformados y permitió que la angiografía de arteria coronaria tuviera una aceptación amplia como método diagnóstico. En Estados Unidos el cateterismo cardiaco es el segundo procedimiento quirúrgico más realizado, con más de 1.0 millones de operaciones al año.
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INDICACIONES, RIESGOS Y MEDIDAS ANTES DE SU REALIZACIÓN
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El cateterismo cardiaco y la angiografía coronaria están indicados para valorar la extensión y gravedad de la cardiopatía en sujetos sintomáticos y para determinar si están justificadas las intervenciones de tipo médico, quirúrgico o a través de un catéter (cuadro 242–1). También se utiliza para descartar enfermedad grave en pacientes sintomáticos con hallazgos ambiguos en estudios no invasivos y en pacientes con dolor torácico de origen indeterminado en quienes se necesita un diagnóstico definitivo para el tratamiento. El cateterismo cardiaco no es obligatorio antes de la cirugía cardiaca en algunos pacientes más jóvenes que tienen cardiopatía congénita o valvulopatía, cuyas características estén perfectamente definidas por métodos de imagen no invasivos, y que no poseen los síntomas ni los factores de riesgo que sugieran arteriopatía coronaria concomitante.
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