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La capacidad de obtener imágenes no invasivas del corazón y vasos sanguíneos ha sido uno de los grandes avances de la medicina cardiovascular desde el desarrollo del electrocardiograma (ECG, electrocardiogram). Las imágenes cardiacas complementan la anamnesis y exploración física, exámenes de sangre y de laboratorio y pruebas de esfuerzo en el diagnóstico y tratamiento de la mayor parte de las enfermedades del aparato cardiovascular. Las técnicas modernas de imagen cardiovascular incluyen ecocardiografía (ecografía cardiaca), gammagrafía nuclear, incluida la tomografía por emisión de positrones (PET, positron emission tomography), imágenes por resonancia magnética (MRI, magnetic resonance imaging) y tomografía computarizada (CT, computed tomography). Estos estudios a menudo se utilizan en combinación con la prueba de esfuerzo, que puede utilizarse de manera independiente o en combinación de acuerdo con las necesidades diagnósticas específicas. En este capítulo se revisan los principios de cada una de estas modalidades y su utilidad y beneficios relativos para las enfermedades cardiovasculares más comunes.
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PRINCIPIOS DE LAS IMÁGENES CARDIACAS DE VARIAS MODALIDADES
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La ecocardiografía utiliza ondas sonoras de alta frecuencia (ultrasonido) para penetrar en el cuerpo, reflejarse en estructuras relevantes y producir una imagen. Los principios físicos básicos de la ecocardiografía son idénticos a los de otros tipos de imágenes ecográficas, aunque el equipo y programas de cómputo utilizados están optimizados para la valoración de estructuras y función cardiacas. Los primeros dispositivos de ecocardiografía mostraban ecocardiograma en “modo M” en el cual un haz ecográfico se mostraba a lo largo del tiempo en una hoja de papel móvil (fig. 241–1, imagen de la izquierda). Los equipos modernos de ecocardiografía utilizan transductores de matriz múltiple que contienen hasta 512 elementos que emiten ultrasonido en secuencia. El ultrasonido reflejado es percibido por elementos receptores. Un “convertidor de imágenes” utiliza la información sobre el tiempo y magnitud de la onda ultrasonográfica generada para producir una imagen (fig. 241–1, imagen de la derecha). Esta secuencia ocurre de manera repetida “en tiempo real” para producir imágenes en movimiento con otras que por lo general son de más de 30 cuadros por segundo, pero que pueden ser incluso de 100 cuadros por segundo. La escala de grises de las imágenes indica la intensidad de la onda ecográfica reflejada; el líquido o sangre tiene un aspecto negruzco y las estructuras muy refrinjentes, como las calcificaciones de las válvulas cardiacas por el pericardio adquieren un color blanquecino. Los tejidos como el miocardio tienen un aspecto más grisáceo y los tejidos como el músculo muestran un patrón punteado singular. Aunque la ecocardiografía de modo M se ha sustituido en gran medida por la ecocardiografía bidimensional, aún se utiliza por su elevada resolución temporal y precisión para realizar mediciones lineales.
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