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INTRODUCCIÓN

La lesión renal aguda (AKI, acute kidney injury) se define por la falla de la filtración renal y la función excretora en días a semanas (por lo general se sabe o espera que haya ocurrido en < 7 días); su efecto es la retención de productos nitrogenados y otros desechos que elimina el riñón. La AKI no es una enfermedad sola, sino más bien un grupo heterogéneo de cuadros que comparten signos diagnósticos, de manera específica mayor concentración de creatinina sérica (SCr, serum creatinine), a menudo junto con menor volumen de orina. Es importante señalar que la AKI es un diagnóstico clínico, no estructural. Un paciente puede tener AKI con o sin lesión del parénquima renal. La AKI puede ser asintomática, con cambios transitorios en los parámetros de laboratorio de la tasa de filtración glomerular (GFR, glomerular filtration rate), e incluso hasta trastornos abrumadores y letales en poco tiempo en la capacidad del riñón para mantener la regulación del volumen circulante efectivo, excretar los desechos nitrogenados y las toxinas metabólicas, y para mantener la composición electrolítica y acidobásica del plasma.

EPIDEMIOLOGÍA

La AKI es una complicación en 5% a 7% de las hospitalizaciones en unidades de atención aguda y hasta en 30% de las admisiones en la unidad de cuidados intensivos (ICU, intensive care unit). La gravedad de la AKI es estadifica con base en la magnitud del aumento en la SCr y la gravedad y duración de la oliguria (cuadro 310–1). En Estados Unidos, la incidencia anual de AKI ha aumentado desde 1988 más de cuatro veces y se calcula en 500 casos por 100 000 personas, cifra mayor respecto de la enfermedad cerebrovascular. Grandes estudios han mostrado que aumentos en la SCr de solo 0.3 mg/100 mL en pacientes hospitalizados tienen una relación independiente con un aumento de casi cuatro veces en la mortalidad intrahospitalaria, y que los cambios mayores en la creatinina, así como el aumento más prolongado, se relacionan con un riesgo mucho mayor de morbilidad y mortalidad. La AKI posee un riesgo mucho mayor de muerte en personas hospitalizadas, en particular los internados en la ICU donde la mortalidad intrahospitalaria puede ser > 50%. La AKI también tiene implicaciones a largo plazo, incluso si el paciente sobrevive a la hospitalización. La AKI aumenta el riesgo de desarrollar o agravar la enfermedad renal crónica (CKD, chronic kidney disease) y el desarrollo de nefropatía en etapa terminal (ESKD, end-stage kidney disease) que requiere diálisis. La AKI puede adquirirse en el hospital o la comunidad. Las causas frecuentes de AKI extrahospitalaria son hipovolemia, insuficiencia cardiaca, efectos adversos de fármacos y obstrucción de vías urinarias, o neoplasias. Las situaciones clínicas más frecuentes de la AKI hospitalaria son septicemia, procedimientos quirúrgicos mayores, enfermedad grave que incluye insuficiencia cardiaca o hepática, y administración de fármacos nefrotóxicos.

CUADRO 310–1Estadificación de la ...

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