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La endoscopia del tubo digestivo se intentó durante más de 200 años, pero la introducción de gastroscopios semirrígidos a la mitad del siglo XX marcó el inicio de la era de la endoscopia moderna. A partir de los grandes avances en la tecnología endoscópica, se han observado cambios drásticos en el diagnóstico y tratamiento de muchas enfermedades del tubo digestivo. Los instrumentos endoscópicos innovadores y las modalidades endoscópicas terapéuticas siguen ampliando el uso de la endoscopia en la atención del paciente.
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Los endoscopios flexibles proporcionan una imagen de vídeo electrónica generada por un dispositivo acoplado con la carga (CCD, charge-coupled device) o un chip semiconductor complementario de óxido metálico (CMOS, complementary metal oxide semiconductor) en la punta del endoscopio. El mando del operador permite desviar la punta del endoscopio; una serie de haces de fibra óptica o diodos emisores de luz iluminan la punta del endoscopio; y los distintos canales para trabajar permiten lavar, succionar e introducir instrumentos (fig. 322–1). Los cambios progresivos en el diámetro y rigidez de los endoscopios han hecho más fácil el procedimiento y mejorado la tolerancia del paciente. Los endoscopios de alta resolución y alta definición equipados con capacidades de magnificación electrónica y óptica permiten obtener imágenes con un alto grado de detalle. Las técnicas de imágenes avanzadas, incluida la imagen de banda estrecha (fig. 322–2) y los algoritmos para intensificación de procesamiento de imágenes en tiempo real, ayudan a caracterizar o diferenciar el tejido.
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PROCEDIMIENTOS ENDOSCÓPICOS
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ENDOSCOPIA DE TUBO DIGESTIVO ALTO
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Para la endoscopia de tubo digestivo alto, también denominada esofagogastroduodenoscopia (EGD), se pasa un endoscopio flexible por la boca hacia el esófago, el estómago y el duodeno. El procedimiento es el método más adecuado para explorar la mucosa del tubo digestivo proximal (fig. 322–3). Si bien la serie radiográfica gastroduodenal tiene una exactitud similar para el diagnóstico de úlcera duodenal (fig. 322–4), la EGD es mejor para la detección de úlceras gástricas (fig. 322–5) y las lesiones planas de la mucosa, como el esófago de Barrett (fig. 322–6); asimismo, permite la obtención directa de biopsias y el tratamiento endoscópico. ...