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Los síntomas musculoesqueléticos generan más de 315 millones de consultas ambulatorias por año y casi 20% de las consultas ambulatorias en Estados Unidos. En ese país, los Centers for Disease Control and Prevention estiman que 58.5 millones, es decir, uno de cada cuatro adultos de la población, tiene un cuadro de artritis diagnosticado por un médico. Mientras muchos de estos podrían ser problemas que ceden en forma espontánea y que necesitan valoración mínima y tratamiento sintomático, las manifestaciones musculoesqueléticas específicas sugieren la presencia de otra enfermedad más grave que necesita una valoración más detallada y una serie de análisis de laboratorio para confirmar el diagnóstico. El objetivo de la valoración musculoesquelética es formular un diagnóstico diferencial para establecer el diagnóstico preciso y tratamiento oportuno, evitando los estudios excesivos y el tratamiento innecesario (cuadro 370–1). Existen varios trastornos urgentes que se deben diagnosticar con rapidez a fin de evitar el daño y la morbilidad. Estos diagnósticos de “alarma” son artritis séptica, artritis aguda inducida por cristales (p. ej., gota) y fracturas. Todas ellas se deben sospechar si existen molestias monoarticulares o focales de inicio agudo.
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La mayoría de las personas con molestias musculoesqueléticas se puede diagnosticar por medio de la anamnesis detallada y la exploración física y musculoesquelética completas. En la primera consulta se debe establecer si la molestia musculoesquelética indica un problema grave (artritis séptica, gota o fractura). Durante la valoración se establece si la molestia es 1) articular o no articular, 2) inflamatoria o no inflamatoria, 3) aguda o crónica y 4) circunscrita (monoarticular) o diseminada (poliarticular).
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Con esa estrategia, es posible clasificar la molestia musculoesquelética (p. ej., monoartritis inflamatoria aguda o no inflamatoria crónica o dolor diseminado no articular, no inflamatorio y crónico) para reducir las posibilidades diagnósticas. En la mayor parte de los casos es posible establecer un diagnóstico. Sin embargo, algunos pacientes no encajan inmediatamente en una categoría diagnóstica concreta. Muchos trastornos musculoesqueléticos se parecen entre sí en un inicio y algunos tardan semanas o meses (pero no años) en evolucionar hacia una entidad diagnóstica fácilmente identificable. Esta consideración debe moderar el deseo de establecer un diagnóstico definitivo en la primera consulta.
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LOCALIZACIÓN PRIMARIA ARTICULAR EN COMPARACIÓN CON NO ARTICULAR
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