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INTRODUCCIÓN

Las enfermedades cerebrovasculares comprenden algunos de los trastornos más frecuentes y devastadores: apoplejías isquémicas y hemorrágicas. Este trastorno es la segunda causa de muerte en todo el mundo, con 6.2 millones de casos en 2015, un aumento de 830 000 respecto del año 2000. En 2016, el riesgo global de por vida para sufrir un accidente cerebrovascular desde los 25 años en adelante era de 25%, un aumento de 8.9% respecto a 1990. Casi 7 millones de estadounidenses de 20 años de edad o más refieren haber tenido una apoplejía y se estima que la prevalencia aumente en 3.4 millones de adultos en la siguiente década, lo que representa 4% de la población adulta total. Por el contrario, los años de vida ajustados por discapacidad específica para los casos debido a un accidente cerebrovascular van en descenso; es probable que esto se debe a la mejor prevención y tratamiento, pero la carga general de enfermedad continuará en aumento conforme la población envejece, y seguramente este trastorno se mantendrá en segundo lugar como causa de discapacidad en personas ≥ 50 años en todo el mundo.

Un accidente cerebrovascular o apoplejía, se define como el inicio súbito de un déficit neurológico atribuible a una causa vascular focal. Por lo que el diagnóstico de la entidad en cuestión es clínico y los estudios de laboratorio que incluyen imágenes del cerebro, se utilizan como apoyo al diagnóstico. Las manifestaciones clínicas de las apoplejías son muy variables por la complejidad de la topografía y la vasculatura encefálicas. La isquemia cerebral es efecto de la reducción del flujo sanguíneo durante unos cuantos segundos. Los síntomas aparecen en segundos por la privación neuronal de glucógeno y por tanto la deficiencia energética es muy rápida. Si la interrupción del flujo persiste durante más de unos cuantos minutos, sobreviene infarto o muerte del tejido encefálico. Si se reanuda con rapidez la irrigación, puede recuperarse el tejido y los síntomas son tan solo transitorios. Esto se conoce como isquemia cerebral transitoria (TIA, transient ischemic attack). La definición de TIA exige que se resuelvan todos los signos y síntomas neurológicos en 24 h, sin manifestaciones de infarto cerebral en los estudios de imagen. Es posible una apoplejía si los signos neurológicos y síntomas duran > 24 h o se demuestra infarto cerebral. La hipoperfusión cerebral generalizada por la hipotensión arterial (p. ej., arritmias, infarto del miocardio o choque hemorrágico) produce casi siempre síncope (cap. 21). Si la deficiencia de la irrigación cerebral persiste, aparecen infartos en las zonas limítrofes de la distribución de las grandes arterias cerebrales. En los casos más graves, la hipoxia-isquemia global provoca una lesión amplia del encéfalo; la constelación de secuelas cognitivas recibe el nombre de encefalopatía hipóxica-isquémica (cap. 307). En cambio, la isquemia o el infarto focal suele ser efecto de trombosis de los propios vasos cerebrales o émbolos que provienen de una arteria proximal o el corazón ...

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