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La artritis reumatoide (RA, rheumatoid arthritis) es una enfermedad inflamatoria crónica de origen desconocido que se caracteriza por poliartritis simétrica y periférica, y es la forma más común de artritis inflamatoria crónica. La persistencia de la actividad de la enfermedad ocasiona a menudo destrucción ósea y del cartílago articular, así como incapacidad funcional, por lo que son vitales el diagnóstico y el tratamiento temprano e intensivo antes de que sobrevenga el daño. La artritis reumatoide es una enfermedad sistémica que puede acompañarse de diversas manifestaciones extraarticulares, como fatiga, nódulos subcutáneos, afectación pulmonar, pericarditis, neuropatía periférica, vasculitis y anomalías hematológicas, que deben tratarse en consecuencia.
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Los conocimientos acumulados en investigación básica y clínica en los últimos 20 años han revolucionado los paradigmas contemporáneos para el diagnóstico y el tratamiento de la RA. Las pruebas séricas que detectan anticuerpos contra proteínas citrulinadas (ACPA, anti-citrullinated protein antibodies) y el factor reumatoide continúan siendo útiles en la valoración diagnóstica de pacientes con sospecha de artritis reumatoide, y estos anticuerpos también sirven como biomarcadores pronósticos. Los progresos en las técnicas de imagen han ampliado la capacidad del clínico para detectar inflamación articular y destrucción en RA. La investigación en artritis reumatoide ha permitido grandes avances al proporcionar información detallada sobre los nuevos genes relacionados con la enfermedad, las interacciones ambientales, los componentes moleculares y la patogenia de la enfermedad. La contribución relativa de estos mediadores celulares e inflamatorios en la patogenia de la enfermedad ha salido a la luz además por los beneficios observados de una amplia gama de tratamientos modificadores de la enfermedad, sintéticos dirigidos y biológicos. A pesar de estos progresos, los conocimientos incompletos de las vías desencadenantes de la enfermedad siguen siendo una barrera importante en la curación y prevención.
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En los últimos 20 años han sucedido mejorías notables en los desenlaces de la enfermedad. En la actualidad hay una menor frecuencia de las descripciones históricas de artritis incapacitante. Gran parte de los avances se atribuye a los mayores recursos terapéuticos y a la adopción de la intervención terapéutica temprana. Las modificaciones en los tratamientos obligan a nuevas actitudes de los médicos de atención primaria, es decir, la que exige el envío temprano de sujetos con artritis inflamatoria a un especialista reumatólogo para el diagnóstico inmediato y el comienzo del tratamiento. Solo si se logra, los pacientes obtendrán los mejores resultados.
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MANIFESTACIONES CLÍNICAS
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La incidencia de RA aumenta entre los 25 y los 55 años de edad, periodo después del cual llega a una meseta hasta los 75 años de edad, para luego disminuir. Las manifestaciones iniciales típicamente son consecuencia de la inflamación de articulaciones, tendones y bolsas sinoviales. El paciente suele señalar rigidez matutina temprana en las articulaciones, que dura más de 1 h y que desaparece con la actividad física. De modo característico, las primeras articulaciones afectadas son las pequeñas de manos y pies. ...